05 may. 2024

El muro de la vergüenza

Gran malestar causaron las incómodas expresiones del ministro de Industria y Comercio, Luis Castiglioni, al plantear como una salida al contrabando la construcción de un muro con Argentina. El propio embajador argentino en Paraguay, Domingo Peppo, lamentó las expresiones.

Luis Castiglioni expresó este deseo cuando fue consultado acerca de la situación de la “pandemia del contrabando”. Para muchos, atendiendo la larga trayectoria diplomática y política del ex vicepresidente resulta difícil creer lo que pasó.

Más allá de las justificaciones que quiso dar el funcionario, en cualquier país serio, expresiones como estas podrían valer una destitución. Pero lejos de la sanción política que se le pueda dar a Castiglioni, los paraguayos somos quienes deberíamos condenar este tipo de situaciones.

Durante el gobierno de Mario Abdo Benítez parece que sus funcionarios se especializarán en intentar sacar la nalga al fracaso que tuvieron en varios aspectos.

En el caso de Castiglioni, la incapacidad de implementar políticas acertadas ante el avance del contrabando, se transformó en la xenofóbica propuesta a la cual, tras las reacciones, el mismo calificó como un “simbolismo” que solo buscaba reflejar el gran impacto del ingreso de mercaderías de forma ilegal. Otro referente que hizo algo similar, fue el titular de Aduanas, Julio Fernández, quien prefirió cuestionar cómo 10 toneladas de cocaína ingresaron al país, antes de reconocer la grave corrupción que permitió que una carga así salga de puertos locales antes de ser incautada en Alemania.

Lamento mucho que una persona como Domingo Peppo –quien durante su gestión como gobernador del Chaco argentino, ayudó a miles de paraguayos, en una zona en la que así como la Provincia de Formosa, se respeta al idioma guaraní y donde abundan las rondas de mate y tereré– tenga que escuchar este tipo de desatinadas expresiones.

Cuando leí sobre las expresiones del ex Vicepresidente, no pude evitar recordar la acogida que los formoseños dieron a cientos de paraguayos cuando, en el 2017, muchos pobladores de Alberdi, Ñeembucú, asustados ante un desplome del muro de contención, cruzaron al otro lado del río en busca de refugio.

Los refugios instalados por las autoridades del vecino país superaban ampliamente la organización de los que fueron instalados en Paraguay. Además, se sentía la calidad y la hermandad entre los pobladores de ambas ciudades fronterizas.

Son innumerables las ventajas que los paraguayos hemos sacado de nuestra cercanía con la Argentina y no me refiero solamente a que nos conocen como el país que está al lado del Campeón del Mundo. Cientos de miles de compatriotas se arraigaron en el vecino país y otros corrieron en busca de una atención digna en sus hospitales, sin que haya antecedentes de que a alguien se le hayan cerrado las puertas.

No podemos dudar el enorme impacto que causa el contrabando en los productos locales, así como también no se puede negar que los esfuerzos para evitar que los precios de los combustibles estén por las nubes no son suficientes. La ciudadanía es poco empática con la industria local cuando el dinero en el bolsillo no alcanza y, principalmente, cuando los precios colocados en las góndolas desnudan la ambición de unos pocos.

Hablar sobre un muro en la frontera, cuando son los hospitales del otro lado los que salvan a nuestros compatriotas, me genera vergüenza ajena e indignación. Creo que las autoridades deben empezar a ser autocríticas y dejar de creerse el discurso “chupamedias” de quienes mantienen sus cargos con elogios hacia quien tiene la lapicera.

Como paraguayo consciente de las deficiencias del Estado, cansado de la corrupción política que roba oportunidades y agradecido con los hermanos argentinos, no puedo quedarme callado ante este tipo de expresiones que, evidentemente, solo buscaban congraciarse con los empresarios.

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