Una adquisición realizada por el Ministerio de Educación en 2009 terminó convertida en un verdadero elefante blanco. El edificio Excélsior fue comprado por G. 14.000 millones, con el objetivo de trasladar al lugar las oficinas administrativas y técnicas para de esta manera dejar de pagar alquileres. Sin embargo, esto nunca se concretó y el edificio ha quedado abandonado desde hace 14 años.
El abandonado edificio se ha convertido desde entonces en un grave problema. No solamente es un aguantadero en pleno microcentro, sino que además de los desagradables olores es también un peligro para la salud pública, pues el lugar es asimismo un criadero de mosquitos y alimañas. Desde el año 2009 fueron presentados proyectos para su recuperación, pero ninguno de ellos ha prosperado; y al final no se pudo cumplir con el objetivo de la inversión: dejar de pagar millonarios alquileres para tener local propio.
Un total de nueve ministros de Educación ya pasaron por la titularidad de dicha cartera, sin que ninguno pudiera lograr resolver es asunto. Fueron varios los proyectos formulados, desde su uso para oficinas educativas, viviendas de alquiler para repoblar la capital, hasta su refacción completa.
El primer proyecto para el edificio fue trasladar las oficinas que están dispersas por todo el centro de Asunción, y reunirlas en los diez pisos del edificio ubicado en la esquina de Presidente Franco y 15 de Agosto. Las denuncias de los vecinos sobre rapiñas, abandono y suciedad comenzaron durante la gestión de la fallecida ex titular de Educación, Marta Lafuente, quien recopiló los antecedentes para elevarlos al Ministerio Público y a la Procuraduría.
Posteriormente, en el año y medio de gestión, el ex intendente y actual senador Enrique Riera no se ocupó del inmueble ni presentó proyecto alguno para recuperar su titulación. Mientras seguía el proceso judicial en contra de Riart en cuya administración se hizo la compra. En 2018 durante el breve periodo de Raúl Aguilera se buscó “recuperar” y se cubrió el lugar con chapas de zinc y recomendaron a la siguiente administración recuperar la titulación; pero desde 2018, cuando nombraron a Eduardo Petta como ministro, se impulsó la venta al Ministerio de la Vivienda. El propósito tampoco se concretó. Durante la gestión de los ministros Víctor Ríos y Juan Manuel Brunetti tampoco se pudo encontrar una solución.
Ahora se habla de desligarse del edificio para colocarlo en remate, y según explicaron ya se encuentran realizando los trámites burocráticos para su venta.
Resulta cuestionable que un ministro de Educación deba involucrarse en cuestiones de infraestructura, pero lamentablemente de esta manera están configuradas las responsabilidades dentro de la estructura del Gobierno, y hasta que esta situación cambie deberán asumir la carga.
No obstante, no se puede pasar por alto el hecho de que tantos ministros hayan dejado abandonado un edificio que costó G. 14.000 millones, provenientes de los impuestos de los paraguayos, muchos de ellos sin acceso a la educación ni a la vivienda. Ese elefante blanco de diez pisos representa no solamente mala gestión de funcionarios, sino sobre todo la falta de asunción de responsabilidades y compromiso con lo público. Ese edificio pertenece al Estado y debería haber sido aprovechado, especialmente por un ministerio que, hasta el año pasado había gastado hasta G. 18.380 millones por alquilar 27 edificios.
Esta situación exige no solo una solución inmediata, sino también disculpas al pueblo paraguayo que con tanto esfuerzo sostiene ministerios y funcionarios que poco hacen por darle al ciudadano mejor calidad de vida.