“Realmente sentí el peso de haber descuidado la parte jurídica de su seguridad. Cometí un error, un error muy grande. No hablé con ningún abogado antes de traer a Amodio (...) Me pesa. Él tomó la decisión de venir, pero yo asumo mi cuota de responsabilidad”, dijo Leicht en una entrevista con el portal digital Ecos.la.
Amodio -de 78 años- cumple prisión domiciliaria en Montevideo por “reiterados delitos de privación de libertad” en la última dictadura (1973-1985) y fue uno de los dirigentes de la cúpula del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), al cual perteneció, entre otros, el expresidente uruguayo José Mujica (2010-2015).
Después de vivir 42 años en España con una identidad falsa, el extupamaro volvió el 7 de agosto de 2015 a su país para presentar “Palabra de Amodio”, un libro sobre aquella experiencia.
“Fue una iniciativa mía, sin consultar a nadie de la editorial”, dijo Leicht sobre la idea de que Amodio fuera a Montevideo a presentar la obra.
“A los tres días dijo que sí, con una serie de condiciones. Si nosotros le garantizábamos su seguridad física, él venía. También quería venir con su actual compañera (...) Amodio llegaba, hacía una conferencia de prensa, presentaba el libro, daba una serie de entrevistas y al otro día volvía a España.”, señala el editor.
En la publicación de Ecos.la, Leicht también ofreció detalles de cómo vivió la detención de Amodio en el mismo hotel de la capital uruguaya donde el exguerrillero presentó el libro.
“Amodio se fue a su habitación y los de seguridad me avisaron que todo el departamento de Inteligencia de la Policía estaba en el hall del hotel. Bajé y el jefe de Inteligencia me dijo que tenían una orden para llevarlo detenido. Pregunté dónde estaba la orden y me respondió que era una orden verbal de la jueza”, explicó.
Según Leicht, la tensión fue en aumento y señaló que Amodio “se vio tentado” a pedir que lo sacarán de allí escondido en el maletero de un vehículo y los trasladaran hasta la frontera con Brasil.
“Le dije que era una locura, que yo no iba a ir preso. Fue todo muy estresante. Terminamos en la suite presidencial discutiendo a cara de perro con los de Inteligencia, que insistían en llevárselo ya mismo. El hotel estaba cercado por la Policía. Al final acordamos que se lo llevarían al otro día, a las siete de la mañana”, narró.
Al día siguiente apareció la orden judicial escrita de la jueza para proceder con la detención y tras ello “comenzaron a llover las denuncias”, afirma Leicht.
A su regreso, Amodio recibió dos denuncias por su supuesta complicidad con los militares que tomaron el poder en Uruguay tras el golpe de Estado en 1973 en la detención y tortura de personas en el preludio de la dictadura y que persistieron durante la misma.
Ambas denuncias fueron vinculadas a otra causa abierta en 2011, en la que 28 antiguas presas políticas denunciaron a casi 100 personas por abusos sexuales, violaciones y torturas entre 1972 y 1983, y en la que dos militares de las fuerzas golpistas que fueron interrogados, Asensio Lucero y Orosmán Pereira, identificaron a Amodio como un colaborador de la inteligencia militar.
De ese modo, en septiembre de 2015 la Justicia uruguaya imputó y dictó prisión preventiva para el extupamaro como presunto autor responsable de reiterados delitos de privación de libertad y actualmente cumple prisión domiciliaria.
El pasado diciembre, el exguerrillero presentó un nuevo libro, “Condenado. Preso político en democracia”, en el que narra cómo ha vivido lo sucedido desde que volvió a Uruguay hasta que la Justicia decretó prisión domiciliaria para él.
“El libro que escribió Amodio sobre su juicio se llama ‘Condenado. Preso político en democracia’. Y yo considero que sí, Amodio Pérez es un preso político”, opinó Leicht.