El centro de Barcelona se sumió en el caos la noche del viernes con enfrentamientos violentos entre radicales independentistas y la policía, al cierre de una multitudinaria marcha en la quinta jornada de protestas contra la condena impuesta a líderes separatistas.
Barricadas en llamas y fogatas iluminaban las calles del centro de la turística ciudad, escenario de choques entre cientos de manifestantes con la cara tapada, que lanzaban objetos contundentes y potentes petardos, y la policía, que respondía con cargas y balas de goma.
Muestra de la exacerbación de la violencia, que escalaba a un nivel mayor en la noche en Barcelona, la policía usó por primera vez gases lacrimógenos y un camión lanza agua para abrirse paso a través de las barricadas construidas con todo tipo de mobiliario urbano. Nacida de la frustración de una parte de la base independentista, dos años después de la tentativa de secesión de Cataluña de 2017, la violencia marca un punto de inflexión para el movimiento separatista que hasta ahora se jactaba de su naturaleza pacífica.
ORIGEN. Los disturbios comenzaron el lunes, cuando el Tribunal Supremo condenó a nueve líderes independentistas a penas de hasta 13 años de cárcel por su papel en el fracasado intento de secesión de Cataluña en octubre de 2017.
Según el Ministerio del Interior, 128 personas fueron detenidas desde el lunes, nueve de ellas enviadas a prisión provisional, mientras que 207 policías resultaron heridos.
La violencia nocturna contrastó con una nutrida protesta durante la jornada de este viernes, que reunió en Barcelona a 525.000 personas y que coincidió con una huelga general (no hubo clases en las escuelas, se cortaron varias carreteras y 57 vuelos se cancelados. Hasta el mundo del fútbol se vio afectado: el clásico Barça-Real Madrid, previsto en el Camp Nou el sábado 26 de octubre, será aplazado, anunció la federación.
Ante la violencia, el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, advirtió que: “No habrá ningún espacio para la impunidad con los hechos vandálicos”.
Una región con su propia lengua y cultura
El fuerte arraigo regional, expresado en su propia y lengua y cultura, es uno de los principales argumentos que defienden los catalanes que abogan por el secesionismo. La economía es otro punto clave, ya que consideran que Cataluña es una de las regiones autónomas más ricas de España, y que transfiere un exceso de su recaudación fiscal a las regiones más pobres, en detrimento de la prosperidad de sus propios ciudadanos, si hubiera un Estado independiente.
No obstante, la región está dividida, según muestra un sondeo publicado en julio por un instituto dependiente del ejecutivo regional. El resultado de la consulta es revelador, ya un 44% de catalanes apuesta por la secesión, frente a un 48,3% que se opone a ella.