03 may. 2024

El camino del campesinado en Marina Cué

Hace una semana Martina y Darío se fundieron en un conmovedor abrazo transmitiendo una mezcla de sentimientos que se resumen en esperanzas. Ambos son productores y tienen una larga historia de lucha en la que perdieron familiares, compañeros y compañeras. Ellos son campesinos de Marina Cué.

Más que una celebración, ese abrazo representó una recarga de energía para seguir caminando hacia una comunidad floreciente. Esto será posible tras la promulgación de la Ley 7122, que permitirá regularizar las tierras en las que viven y trabajan desde hace casi dos décadas.

Don Darío disfruta socializar, sabe escuchar y le encanta hablar, en los encuentros de organizaciones sociales queda maravillado con el intercambio generacional de experiencias y conocimientos. Él participaba el jueves pasado en uno de esos espacios de diálogos que reúne a poblaciones rurales, indígenas y urbanas, cuando repentinamente recibió una llamada y se retiró, volvió minutos después, pero distinto. Estaba listo para dar un anuncio, pero se quebraba, en un par de intentos dio la noticia de que Marina Cué por fin será de sus habitantes y el público estalló en aplausos. Una noticia buena en medio de tanta frivolidad política en un contexto de nuevo periodo legislativo y de transición hacia un Gobierno nuevamente colorado.

Después de un momento llega Martina Paredes, con la frente siempre en alto y una tenacidad digna de una lideresa, que con total seguridad defiende los argumentos de la comunidad. Ella controla sus emociones para cumplir con su rol de vocera de la Asociación de Familiares de Víctimas de Curuguaty, desde donde le tocó negociar con autoridades estatales la regularización de tierras y hablar también con el sector empresarial que tanto poder tiene en el país, de otra manera sería imposible avanzar con la normativa que ahora ayudará a alrededor de 150 familias a tener el título de propiedad de las hectáreas en que viven, estudian y producen alimentos.

Martina y Darío perdieron a familiares, compañeros y compañeras en la masacre de Curuguaty del 15 de junio de 2012. Fallecieron 11 campesinos y seis policías en un intento irregular de desalojo que significó uno de los hechos más dolorosos en la historia de lucha campesina y que además fue utilizada para destituir a un presidente y enterrar la alternancia política en el Gobierno, abriendo así las puertas para que los colorados retomen su hegemonía en el poder.

En pleno duelo, las campesinas y campesinos tuvieron que reunir fuerzas para defender a sus compañeros que fueron presos por aquella masacre, frente a una sociedad que no les comprendía y que seguía la línea de los medios hegemónicos de comunicación que solo transmitían la versión oficial: que los campesinos emboscaron a los policías.

¿Qué pasó en Curuguaty? Recién con la Plataforma de Estudios e Investigación de Conflictos Campesinos se tuvo la primera reconstrucción seria de los hechos y los medios empezaron a comunicar más de una arista. Luego huelgas de hambre, manifestaciones y más investigaciones, los campesinos fueron absueltos en 2018.

Desde entonces la comunidad pudo concentrarse más en la lucha por la regularización de sus tierras, pero sin desconocer su memoria.

Discusiones políticas, ambientales y sociales rodearon esta reivindicación. El inmueble fue declarado área silvestre protegida y se convirtió en reserva durante Gobierno de Horacio Cartes, razón por la cual, la ley anterior fue vetada y tras ser corregida fue promulgada por Mario Abdo.

Maíz, mandioca y poroto son los principales alimentos que producen allí los campesinos, pero necesitan de caminos para llegar a los puntos de venta. También requieren de la provisión de energía, ya que hasta ahora deben recurrir a conexiones peligrosas, asistencia para mejorar la escuela y atención en salud son otras prioridades para que Marina Cué pueda curar sus heridas y empiece a florecer.

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