29 abr. 2025

Educación nacional y religión

A principios de la segunda década de este siglo, el Ministerio de Educación y Cultura, ahora de Educación y Ciencias, decidió por sí eliminar totalmente la religión de todos los currículos, planes y programas de la educación nacional. La decisión fue tomada autoritariamente sin consultar a los padres y madres de alumnos, ni a las iglesias y líderes religiosos, ni a la sociedad en general, de acuerdo al orden jurídico educativo prefigurado en el artículo 75 de la Constitución Nacional.

Esperamos que este Gobierno, con este Ministerio rectifiquen cuanto antes esta situación, gravemente irregular e injusta. Irregular, porque ignora frontalmente lo dispuesto explícitamente en el Artículo 74 de la Constitución, que dice: “Se garantiza la educación religiosa”, mandato constitucional ratificado en la Ley 1264 General de Educación.

Esta situación es injusta, porque priva a cientos de miles de educandos, estudiantes y sucesivas promociones de un derecho reconocido internacionalmente en la Carta de la ONU sobre los Derechos Humanos y en el derecho positivo de nuestro país.

Políticamente, es inconcebible que en un país (el nuestro), en el que el 88,2% de la población se declara católica, el 9,2% cristiana de otras Iglesias y el 1,4% de otras religiones, que en total suman el 98,8% de los ciudadanos, que creemos en Dios y tenemos religión, seamos ignorados por el Estado.

Estamos ante una perversión política y jurídica, porque constitucionalmente el pueblo es soberano (Art. 3) y el Estado y el Gobierno de turno están a su servicio.

Académicamente, es una barbarie, porque las religiones son parte consustancial de la humanidad desde sus orígenes, como afirman la arqueología, la paleontología, la antropología, la prehistoria, la historia y el presente en todo el planeta tierra.

La religión es estudiada, investigada, considerada por muchas ciencias, desde la biología hasta la cosmología, desde la filosofía y la ética, la teología y la moral, hasta la sociología y las ciencias políticas; imposible ignorar las religiones si queremos conocer todas las artes, desde los más bellos poemas hasta los más sólidos edificios, las esculturas y pinturas hasta la música o el cine y el ballet más inspirados, etc.

La Constitución Nacional dispone (Art. 73) que la educación se haga “en el contexto de la cultura de la comunidad”. Y el hecho es que, desde sus orígenes como Nación, la historia y la cultura paraguayas están sólidamente integradas con la fe católica, como reconoce la misma Constitución en el Artículo 82.

Sin conocimientos ni cultura religiosos es imposible comprender la historia, la cultura, la geografía política..., empezando por el nombre Nuestra Señora de la Asunción de la capital, como el de otras ciudades, pueblos, barrios, calles, etc.; imposible entender por qué existen tantos templos, sacerdotes, religiosas, religiosos, por qué tanta gente va a misa, qué pasa el 8 de diciembre todos los años en Caacupé, etc., etc., hasta por qué la semana tiene siete días y el domingo se descansa.

La religión es un derecho y un hecho social y cultural polivalente, trascendente y universal, presente de una u otra manera en todas las culturas. ¿Tiene sentido ignorarla?

Los ciudadanos paraguayos tenemos esperanza de que las máximas autoridades educativas actuales restituyan la educación religiosa en el sistema educativo y restablezcan el derecho de todos los estudiantes escolares, de acuerdo con lo dispuesto en la Constitución Nacional y la ley, que dichas autoridades juraron cumplir y hacer cumplir.

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