“Yo ni loca pongo mis ahorros en el banco”, dice a la AFP esta mujer de 84 años que pidió usar un nombre ficticio por temor de que le roben.
López no es una excepción. En la última estimación correspondiente al último trimestre del 2024, el Gobierno estimó que 246.000 millones de dólares están fuera del sistema bancario argentino, guardados en casas, cajas fuertes y toda clase de escondites domésticos. Son los llamados “dólares del colchón”, que se calcula suman cinco veces las reservas brutas del Banco Central, de unos 38.000 millones de dólares.
NO ESTÁN DECLARADOS. ”Los ‘dólares del colchón’ es una metáfora para los dólares no bancarizados”, explica a la AFP Julián Zícari, economista de la Universidad de Buenos Aires. Están “fuera del sistema, no van a las reservas ni generan capacidad prestable a los bancos, lo que crea desventajas para la economía”.
Con la intención de captar estos ahorros, el gobierno del ultraliberal Javier Milei lanzó el jueves un plan que deja de imponer penalidades para quienes vuelquen en el sistema el dinero sin declarar, a la vez que elimina la obligatoriedad de explicar el origen de los fondos.
También eleva en más de diez veces el umbral de dinero a partir del cual se debe reportar una operación al fisco.
“No me importa en lo más mínimo de dónde se sacan los dólares”, dijo Milei en una entrevista el lunes ante cuestionamientos de que este relajamiento de las normas podría estimular el lavado de dinero.
“Me parece un horror que uno no pueda usar sus dólares libremente”, sostuvo el presidente. El ministro de Economía, Luis Caputo, negó que la medida anunciada el jueves bajo la premisa “tu dólar, tu decisión” se trate de una amnistía o que facilite el lavado de activos. El decreto publicado este viernes será acompañado de un proyecto de ley.
En el tarrito de López hay más que dólares: Alberga la memoria de generaciones marcadas por las 16 crisis económicas que Argentina atravesó desde 1860.
Siete ocurrieron en los últimos 50 años e incluyeron licuación de ahorros por inflación, retención de dinero depositado o canje por bonos a largo plazo.
“En 2001 yo ejercía como abogada y tuve que ayudar a mucha gente que había puesto su plata en los bancos y quería rescatarla”, recuerda López sobre el “corralito”, cuando en diciembre de ese año el Gobierno del ex presidente Fernando de la Rúa (1999-2001) restringió el acceso a los depósitos de los ahorristas frente a una corrida bancaria.
“El que guardaba los ahorros en el banco fue mi padre, siempre perdió”, cuenta López, quien decidió evitar las entidades bancarias tras la amarga lección familiar.
Frente al anuncio del gobierno, López ríe con incredulidad: “Un día el gobierno te dice una cosa y después sube otro gobierno y hace otra. No confío. No los pondría en el banco”.
TEMOR A OTRO CORRALITO. El hábito de ahorrar en dólares en efectivo penetra también la cultura popular.
“¿Nunca te agarró un corralito?”, pregunta un personaje de la serie argentina El Encargado. “Jamás bancaricé: Papelito sobre papelito, debajo del colchón”, responde el protagonista de la comedia que retrata la vida del conserje de un edificio en Buenos Aires.
En los últimos 40 años todos los presidentes menos uno, Néstor Kirchner (2003-2007), implementaron blanqueos de capitales para atraer a los “dólares del colchón”.
El año pasado el gobierno de Milei consiguió aprobar un blanqueo de capitales por el cual ingresaron 22.156 millones de dólares al sistema, algo que dio impulso a las reservas y sostuvo la calma en el mercado de cambios.
Esta calma es crucial para domar la inflación que atormenta históricamente a los argentinos.
En Argentina, el precio del dólar influye en las expectativas económicas de la población y, normalmente, sus saltos se trasladan a aumentos de precios.
Por eso, mantener el tipo de cambio bajo es una de las tareas más importantes que se propuso Milei, quien consiguió reducir la inflación de 211% en 2023 a 118% en 2024, aunque a un costo social alto.
El plan para fomentar la bancarización de los dólares del colchón “no constituye una política de normalización financiera”, criticó el economista independiente Pablo Tigani en una columna en el diario Ámbito. Es “una amnistía fiscal encubierta, carente de marco legal, que podría habilitar el ingreso masivo de capitales de origen ilícito”.
No obstante, tanto Caputo como el vocero presidencial, Manuel Adorni, rechazaron estas acusaciones señalando que lejos de fomentar el blanqueo de dólares provenientes de actividades delictivas, se focalizará el control sobre los movimientos financieros de los delincuentes.
SE FOCALIZARÁN CONTROLES. Según el Gobierno, los controles se van a mantener, pero se harán de una manera “más eficiente”, profundizando el enfoque basado en el riesgo recomendado por el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI).
Adorni recordó que el GAFI, en su último informe de evaluación sobre las medidas antilavado de activos de Argentina, recomendó mejorar el sistema de control y verificación del país suramericano para volcar los recursos en los perfiles de riesgo que realmente deben ser controlados.
De acuerdo al Ejecutivo de Milei, debido a la alta informalidad en la economía argentina, el GAFI marcó en su evaluación la necesidad de “recalibrar el abordaje de los perfiles de riesgo hacia las amenazas más graves”, como el lavado de activos vinculado al narcotráfico, la trata de personas y las organizaciones terroristas.
El Grupo de Acción Financiera Internacional es una organización intergubernamental creada en 1989 por los países integrantes del G-7, que fija los estándares internacionales y promueve la implementación de políticas y medidas para prevenir y combatir el lavado de activos, la financiación del terrorismo y la financiación de la proliferación de armas de destrucción masiva.