Rosalía Ciciolli
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En una pequeña cocina de Ybycuí comenzó a gestarse lo que hoy es uno de los emprendimientos más prometedores del rubro gastronómico artesanal: Serranía Alfajores Artesanales. Guadalupe Otazú, su creadora, encontró en la repostería no solo una forma de expresión personal, sino también la oportunidad de construir un proyecto de vida con propósito y visión de futuro.
Todo comenzó como un pasatiempo, preparar alfajores caseros para su familia y amigos. Pero los elogios y la demanda espontánea fueron señales claras de que esa pasión podía convertirse en un negocio real. Sin experiencia previa como empresaria, Guadalupe apostó por sí misma. Con ahorros personales adquirió los primeros ingredientes y utensilios, y dio el primer paso en un camino que estaría marcado por desafíos, aprendizajes y logros notables.
En el interior. Emprender fuera de Asunción implica enfrentar barreras logísticas y de acceso al mercado, pero eso no detuvo a Guadalupe. “Estar a más de 120 kilómetros de la capital es un reto constante”, admite. Sin embargo, encontró apoyo clave en instituciones como el Viceministerio de Mipymes y el Ministerio de Industria y Comercio (MIC), que a través de capacitaciones virtuales y programas como Capital Semilla, le brindaron herramientas técnicas y oportunidades concretas de financiamiento.
Reconocimientos. Su esfuerzo no pasó desapercibido. Guadalupe fue seleccionada en dos ocasiones para recibir Capital Semilla. La primera, a través del programa ReeMujer, donde su emprendimiento se destacó entre más de 4.500 postulaciones, llegando a formar parte del selecto grupo de los cinco mejores proyectos a nivel nacional.
La segunda distinción llegó gracias al programa Mujeres Líderes de Negocios, impulsado por el MIC y la Cooperativa Medalla Milagrosa, que le permitió continuar con la expansión de su empresa.
Para Guadalupe, la capacitación no es opcional, sino una necesidad permanente. “Formarse es la brújula y el motor de cualquier emprendimiento. Sin eso, te estancás”, afirma. Esta mentalidad le ha permitido adaptarse a los cambios del mercado, mejorar sus procesos y proyectarse con mayor seguridad hacia el futuro.
Hoy, Serranía Alfajores Artesanales sueña en grande. Guadalupe ya trabaja en nuevos sabores, mejoras en el empaque y canales de distribución más amplios. A mediano plazo, busca posicionarse en tiendas gourmet y cafeterías especializadas en todo el país. Pero su objetivo final va más allá: llevar el sabor de sus alfajores artesanales al mercado internacional. “Creo que lo hecho con dedicación y calidad puede ser valorado en cualquier parte del mundo”, asegura con convicción.
La historia de Guadalupe Otazú es el reflejo de cientos de mujeres emprendedoras del interior del país que, con coraje, formación y resiliencia, están transformando sus comunidades y escribiendo un nuevo capítulo en la economía nacional.