Hoy se realizan las elecciones en la Argentina, donde se elegirá a un nuevo presidente, se renovará un poco más de la mitad (130 de 257) de los miembros de la Cámara de Diputados y un tercio (24 de 72) de los miembros del Senado.
Casi todas las encuestas indican que el ganador de estas elecciones será Javier Milei, pero también la gran mayoría de ellas indican que difícilmente obtendría la mayoría suficiente (45%) para proclamarse presidente, lo que haría necesaria una segunda vuelta el 19 de noviembre.
La opinión unánime de los principales analistas políticos del país vecino es que cualquiera sea el ganador de estas elecciones presidenciales, tendrá un gobierno con minoría en el Congreso de la Nación, lo cual le obligará a dialogar con los otros sectores políticos y a realizar acuerdos que le permitan enfrentar los gravísimos problemas del país.
El descalabro de la Argentina es muy grave: en lo social, con un índice de pobreza del 40,1 por ciento; en lo económico, con un índice de inflación del 138 por ciento, y en lo político con una polarización que se profundizó desde la llegada de los Kirchner al poder y que se aceleró con la aparición de Milei en el escenario político.
El problema de la polarización política es un problema mundial: en la Argentina es entre los pro y los anti-Cristina, en los Estados Unidos es entre los pro y los anti-Trump y en el Brasil es entre los pro y los anti-Bolsonaro y anti-Lula.
En una encuesta realizada en el Brasil por la firma Quaest salieron unos resultados alarmantes: el 32 por ciento de la población no aceptaría el casamiento de un hijo con una persona del otro espectro político; el 35 por ciento solamente quiere ver medios de comunicación y noticias que coinciden con su manera de pensar; y el 41 por ciento de los brasileños, si pudieran, se mudarían a otro país.
Volviendo a la Argentina, todas las encuestas dan como amplio favorito a Milei y existe la gran preocupación de que su elección sea un “salto al vacío”, porque muchas de sus promesas de campaña son prácticamente imposibles de cumplir y, si las cumple, agravarían aún más los problemas que ya tienen: en lo económico, con la dolarización sin tener dólares, y en política exterior con su enfrentamiento con China y Brasil, los dos principales socios comerciales de la Argentina.
Milei dijo: “no voy a hacer negocios con ningún comunista. Yo soy defensor de la libertad, de la paz y la democracia. Los comunistas no entran ahí. Los chinos no entran ahí. Putin no entra ahí. Lula no entra ahí”. Con Lula fue aún más violento calificándolo de “un zurdo salvaje que apoya a dictaduras”.
El problema es que Lula va a gobernar el Brasil en los próximos 4 años y si gana Milei, él va a gobernar la Argentina también en los próximos 4 años. Todo esto hace prever que tendremos grandes conflictos en el Mercosur y el Paraguay estará en el medio de esta ineludible disputa.
Cualquiera sea el ganador de las elecciones argentinas, este país tendrá que hacer frente a un inevitable “ajuste” del tipo de cambio oficial que hoy está en 365 pesos por dólar y deberá acercarse a los 900 pesos por dólar del cambio blue.
Este ajuste cambiario sumado al también inevitable “ajuste” de las tarifas de la energía y del combustible y a la reducción de los subsidios pueden llevar a la Argentina a la hiperinflación y al caos.
En este escenario tan complicado más que nunca el Paraguay debe mantener su política exterior de neutralidad en el enfrentamiento entre los dos grandes países de la región y debe mantener su política de estabilidad macroeconómica en medio de la inestabilidad regional.
Esperemos que los discursos electorales de Milei sean solamente retóricos para ganar las elecciones y que en caso de que eso ocurra, prime la racionalidad en el momento de gobernar.
Nosotros los paraguayos debemos prepararnos para lo peor y esperar que ocurra lo mejor.