21 may. 2024

“Desde chiquito mi sueño siempre fue enseñar. Tenía eso en mente”

Supervisor de educación indígena en Bahía Negra y Fuerte Olimpo, el profesor Ramón Argaña cumplió su anhelo luego de recorrer kilómetros. Primero en aulas y desde su puesto se encarga de transmitir la historia del pueblo Yshir.

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Me llamo Pablo Argaña Pérez. Tengo 52 años. Actualmente, estoy como supervisor de educación indígena del distrito de Bahía Negra y Fuerte Olimpo, de todas las escuelas del pueblo Yshir. Vivo en Puerto Diana, Bahía Negra.

Yo empecé a enseñar en 1992 y estoy cumpliendo casi 31 años que estoy en la educación.

Cuando era más joven, estaba trabajando en una comunidad nueva, Puerto Esperanza. Como ahí no había colegio para seguir mis estudios, me trasladé a Fuerte Olimpo para continuar mis estudios en el año 85, 86.

Después, cuando no había trabajo, en esa época había cosecha de algodón en la campaña. Entonces me trasladé a Itacurubí del Rosario para trabajar. Crucé más o menos 700 a 800 kilómetros.

En esa época terminé el tercer curso, que ahora es noveno grado. Terminé eso y me trasladé hasta allá. En mi época era el grado de instrucción más alto.

A los 16 terminé mi tercer curso. No había recursos para completar mis estudios. Yo vivía con mi abuelita nomás. Salía a buscar remedios refrescantes para poder vender y conseguir recursos. Por eso salí a buscar trabajo en otro lado.

Cuando se habilitó una escuelita nueva en mi comunidad, que es Puerto Esperanza, los líderes, ancianos y padres se acordaron de mí.

Entonces me llamaron, me enviaron cartas, para regresar y habilitar la escuelita. En esa época ya se aceptaba que enseñe con el grado de instrucción que tenía.

Cuando me llamaron ya terminó la cosecha de algodón. Entonces estaba plantando mandioca, trabajando como jornalero, ayudando de aquí para allá, pulverizaba los cultivos de algodón. Casi tres años estuve por Itacurubí.

Cuando volví a Puerto Esperanza tenía 18 años. Mi papá se fue luego a buscarme. Yo le dije que iría si la comunidad me decía que ese trabajo era seguro, porque en donde estaba había trabajo.

En la época que yo estudiaba, en las comunidades indígenas no había escuelas. En Puerto Diana, donde yo nací, solamente había hasta segundo grado. Era una escuela extensiva. Los docentes venían de Bahía Negra para enseñar a Puerto Diana.

En esa escuela yo estudié el primero y segundo grado. Luego ya me trasladé a Bahía Negra. Cuando eso era muy difícil para trasladarse.

Desde Puerto Diana me iba hasta allá caminando como tres kilómetros. En esa época no había un camino como ahora, era picadas nomás. A la mañana yo entraba.

Los primeros días del año lectivo éramos entre 10 y 12 los que nos íbamos. Al terminar el año éramos tres.

También era muy difícil adecuarse porque yo no hablaba el castellano ni el guaraní. En ese tiempo era prohibido en las aulas hablar guaraní. Solo castellano se podía. Del yshir tenía que pasar al castellano.

La mayoría de los profesores hasta sexto grado eran buenos. Pero había una profesora que no era de Bahía Negra, vino no sé de dónde.

Era la esposa de un militar. Su disciplina ya sobrepasada de lo que me hacían en casa. Me pegaba, me echaba luego del aula si no hacía las tareas que no entendía.

Lo que pasaba es que ella me hablaba en castellano y yo no podía hacer mi trabajo porque en parte no le entendía lo que me decía.

Ella fue nuestra profesora en tercero y cuarto grado. Era terrible con todos luego. Dictadoraite luego era.

En Fuerte Olimpo, donde seguí mi colegio, me dijeron que me vaya junto a una hermanita para que me dé los cuadernos. Ellos me ayudaron mucho.

De toda mi carrera, empecé desde el primero hasta el noveno grado. Cuando empecé mi trabajo ya manejaba más o menos eso. Porque siempre desde chiquito mi sueño fue enseñar. Tenía eso en mente. Me gustaba esa carrera.

Cuando estaba en quinto grado, volvía a mi casa en mi comunidad y había muchos niños. Ahí ya empezaba a practicar para ser maestro.

Todo lo que aprendía le enseñaba a la comunidad.

Había un profesor que vino desde Asunción, era excelente. Siempre me hablaba, me regalaba cuadernos cuando me hacía falta.

Con él aprendí mucho. Me llamó la atención eso de que uno tiene que dialogar y enseñar al chico.

Como Yshir, antes no teníamos nuestro alfabeto. Solamente en castellano teníamos. Los del segundo ciclo en castellano y guaraní. Desde el 2002 tenemos algunos docentes que ellos mismos elaboran sus propios planeamientos en nuestra lengua.

Entonces el chico tiene que identificarse, saber su historia, su territorio. Eso se enseñaba en forma oral. Nosotros aprendimos a través de los ancianos nuestra historia.

Nosotros primero consultamos con ellos y ahora ya elaboramos libritos de eso que nos van contando.

Con eso no termina nuestra tradición, ya queda como un documento de la cultura yshir que antes era solamente oral.

Lo que más preguntan los niños es lo que tiene que ver con el territorio, de dónde vinimos, cómo llegamos hasta acá. Cuando se empieza a hablar de la historia, ya empiezan a preguntar sin parar. Demasiado les interesa, a los más chiquitos, más aún.

Hace poco hicimos una competencia de dibujos entre ellos, desde el inicial hasta el noveno grado. Luego presentan en plenaria entre ellos.

Trajeron sus dibujos y comentaron. Así aprendían todos juntos. No había ningún problema en que uno diga que le gustaba el dibujo que el otro hizo.

No hay egoísmo ni mezquindad entre ellos. Aprenden todos en comunidad. Valoran el compañerismo.

Se valora mucho eso. Les dije a mis compañeros que lo que no aprendí antes, ahora aprendí con los niños.

Creo que casi nadie está siguiendo esta carrera de educación indígena. Acá en Puerto Diana hay solo cinco estudiantes. Hace falta promover más esta profesión.

Me pregunté por qué el nuevo gobierno no mencionó a los pueblos indígenas en su discurso de la asunción.

Estoy hace siete años como supervisor y no tengo rubro para el puesto, solo de director y de docente. Esperamos que ahora tengamos rubros para los pueblos indígenas.

Ahora, cuando un docente indígena se jubila, los rubros no quedan, vuelven del lugar de donde vinieron y eso es difícil recuperar.

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