Por Andrés Colmán Gutiérrez | @andrescolman
Video y edición: Fabián Fleitas.
En la tercera noche de los festivales al aire libre de Sonidos de la Tierra, en la Plaza de Armas de Pilar, Ñeembucú, el numeroso público se puso de pie para aplaudir y aclamar a un niño de diez años de edad, que ejecutaba divinamente el bandoneón, durante la presentación de la orquesta Ha Che Valle, de San Juan Bautista de las Misiones.
Con su largo pelo con flequillos, el chiquillo apenas resultaba visible detrás del instrumento musical, pero sus pequeñas manos arrancaban alegres acordes de polcas y chamamés, en medio de ovaciones, silbidos y aplausos.
Se llama Juan Sebastián Duarte Estepa; cuenta que ingresó al mundo de la música cuando tenía apenas 3 añitos de edad y sus padres le compraron una pequeña guitarra, con la que empezó a rasguear sus primeras canciones.
Una mañana, caminando con su guitarra por la plaza principal de su ciudad natal, Sebastián vio a una pareja de músicos ambulantes que ejecutaban canciones ante un numeroso grupo de personas, y se ubicó al lado de los mismos, a acompañarlos con su guitarra. El público respondió maravillado y, al igual que a los músicos ambulantes, también le dejaron dinero frente a su guitarra.
“Con esa plata que gané a los tres años compré una guitarra más grande, más profesional, y así fui creciendo, en la vida y en la música”, relata el pequeño.Una escuela de arte y cultura
Pero el episodio que selló el destino de Sebastián fue su ingreso a los talleres de bandoneón de la Organización por el Arte y la Cultura “Ha Che Valle”, que empezó a dictar el músico y gran bandeonista Ever Cáceres, integrante del Grupo Generación, de Villarrica.
“La primera vez que vi el bandoneón, me gustó más que la guitarra, y mis padres me ayudaron a acercarme a la gente de Ha Che Valle, donde aprendí muchísimo”, recuerda Sebastián.
La Organización por el Arte y la Cultura Ha Che Valle, se originó en el 2007, en San Juan Bautista, como un espacio de formación juvenil para el desarrollo de los valores humanos, culturales y democráticos, a través de la capacitación del arte musical.
Convertida posteriormente en un Conservatorio de Música, se vinculó orgánicamente con el proyecto Sonidos de la Tierra, fundado por el músico y director orquestal Luis Szarán.
En estos años, la agrupación cultural consolidó la creación de una Orquesta de Cuerdas y una Orquesta Sinfónica, según explica Gladys Duarte, coordinadora de Sonidos de la Tierra. “Gran parte de lo que se ha logrado es mérito de la presidenta de la organización Ha Che Valle, la doctora Josefina Cáceres de Facetti, una meritoria mujer, que aún con su avanzada edad, derrocha energía a favor de la cultura”, destaca la profesora Gladys.
La herencia de Mangoré
Uno de los directos resultados de las escuelas de música de Ha Che Valle es la revelación de jóvenes talentos como Sebastián Duarte Estepa, a quien en los circuitos de festivales ya han bautizado como “el niño prodigio del bandoneón”.
“Haber crecido en una ciudad como San Juan Bautista, cuna del inmortal gran músico Agustín Pío Barrios, Mangoré, tiene un efecto especial en los niños y jóvenes, como si hubieses heredado la gran energía del legado de este gran creador misionero”, destaca la profesora Gladys Duarte.
Sebastián corrobora lo dicho por la docente. “Yo siempre sentí que tenía la música dentro mío, y hay algo muy especial cuando estoy en el escenario, y veo que al público le gusta mucho lo que hago con el bandoneón. Quiero seguir estudiando y dedicarme a esto toda la vida”, destaca el joven artista.
En medio de la redacción de Última Hora, convertida en improvisado escenario, Sebastián pone en sus regazos el gran bandoneón, y nos regalada una improvisada interpretación del clásico chamamé del compositor correntino Tránsito Cocomarola: Kilómetro 11.