René cuenta que entre los seis entraron en el mundo de la lombricultura, hace tres años. Mediante esta técnica –dice– producen un abono natural que permite mejorar la calidad de la tierra y, a su vez, la cantidad de lo que produce en la huerta que tienen en su hogar.
Actualmente, implementan esta metodología en una pileta de 3 x 10, cuyo tamaño prevén incrementar a partir de un proyecto en el que se embarcaron, a instancias de un programa de oportunidades circulares, impulsado por el Centro de Comercialización para Productores Asociados (Cecoproa), MIPYMES y la Unión Europea.
Con dicha iniciativa, esperan aumentar a cinco piletas de un metro de ancho por 18 metros de largo. Refiere que los productores interesados pueden empezar con una pileta de un metro cuadrado, donde con un solo un puñado de lombriz empiezan a reproducirse.
René cuenta que hace tres años empezaron con esta empresa familiar, luego de que asistiera a un curso de vermicompostaje o lombricultura, consistente en la cría de lombrices en cautiverio.
“Se prepara en una pileta que le llamamos cama; sobre eso se ponen los restos orgánicos como estiércol vacuno, restos de hojas, plantas, en nuestro caso restos de tomates que ya no sirve para que se aprovechen. Hasta cartón le ponemos encima y tapamos con un poco de arena para luego regar y eso ellos (las lombrices) aprovechan todo. Lleva muy poco tiempo de trabajo, solo requiere un poco de riego, el producto obtenido es eficiente para la recuperación de suelos degradados”, explica.
En particular, señala que emplean solo una variedad para tal efecto y es la conocida como lombriz californiana.
Los hermanos Vega empezaron su emprendimiento con lombrices que provee el Centro Educativo Agroecológico San Isidro Labrador (CEASIL). “Ellos ahí crían y venden por núcleo en una cajita de un kilo que cuesta aproximadamente entre G. 800 mil a G. 1 millón”, apunta.
“La ventaja que tiene es que muy rápido se reproducen, si se le da la alimentación adecuada y el tratamiento cuando se riega mucho no le gusta y debe de estar en la sombra y se riega una vez el día, en dos meses ya cosechamos. Nosotros usamos el sólido, lo que sale usamos en el tablón del tomate para abonar. También sacamos lo que es el lixiviado, el líquido que sale al regar es un alimento muy completo que tiene todo lo que requieren las plantas; utilizamos para el riego que sería el fertirriego que le hacemos al tomate y al locote”, instruye.
De esta manera, en dos o tres meses, ya tienen condiciones para sacar de entre ocho a 10 bolsas de humus de lombriz sólido. Eso se vende –dice– a G. 20.000 el kilo y el líquido a G. 60.000 por litro.
“A los amigos que nos visitan normalmente le damos (lombrices) sin costo porque tenemos mucho. Ya le dimos a muchas personas porque tenemos disponible y compartimos el conocimiento y ese es el objetivo de compartir el conocimiento”, concluye.