Lucrecia Gómez de Miltos, quien tiene bajo su resguardo este espacio de oración, destacó que cada año crece el número de peregrinantes que vienen de distintas partes del país, incluso compatriotas que trabajan en el exterior llegaron para cumplir su promesa a la Virgen Morena, patrona de México y Latinoamérica.
‘‘Impresionante, lo único que te puedo decir es eso. Cuantos comensales vinieron, participaron en este karu guasu. Lo único que te puedo decir es que se mató una vaca completa y tuve que comprar 35 pollos enteros cocinados otra vez para que no me faltara la comida’’, expresó entusiasmada Lucrecia.
Hace exactamente 23 años, Lucrecia había soñado con la guadalupana y hace 23 años empezó a honrar su imagen en su casa y poco a poco la comunidad abrazó esta advocación mariana.
‘‘Desde entonces, está con nosotros aquí, que le estamos mimando y malcriando”, comentó. El oratorio está ubicado en Nicole Bella González, esquina Dr. Pedro P. Peña. La celebración atrajo a fieles no solo de diferentes partes del Paraguay, sino también del extranjero. Lucrecia comentó que llegó gente de España que hace 20 años vive en Madrid a cumplir su promesa. Mañana ya vuelven a viajar. ‘‘De San José de los Arroyos, Concepción, Oviedo, Itapúa, Capiatá, Itauguá, Caacupé, Villa Hayes, Argentina capital, y más. La gente se hospeda aquí, incluso los que llegaron de España’’.
La comilona tuvo varias ofertas gastronómicas, con un menú principal de asado y ensalada de arroz. Anticipándose a la gran concurrencia, Lucrecia adquirió 35 pollos enteros cocinados. Además, se repartieron helados y la familia proveniente de Madrid llevó abanicos para regalar.
Muestras de fe. Entre tantos testimonios conmovedores, Lucrecia compartió la historia de una mujer que, en agradecimiento a la Virgen de Guadalupe, cumplió su promesa tras un accidente en el que resultó gravemente herida.
‘‘Vino a pagar su promesa, este martes le quitaron sus tornillos y ya podía caminar. Estos son testimonios que valen la pena escuchar’’, enfatizó.
A pesar de las dificultades personales que atravesó –el haber perdido a su esposo durante la pandemia–, Lucrecia destacó la importancia de continuar con las celebraciones y acciones benéficas.
‘‘Vale la pena porque la verdad es que yo me quise rendir, pero la comunidad entera se agolpó aquí, poniéndose las pilas. Ahí me di cuenta de que todo lo que vivía la gente había sido en nuestra comunidad entera’’.