24 abr. 2024

Cigarrillo republicano

En el mundo, el cigarrillo es un problema de salud; en Paraguay es un culebrón político.

Y como todos los culebrones políticos, está íntimamente relacionado con el Partido Colorado. Tanto es así que el manejo del negocio siempre estuvo atado a alguna de las familias coloradas coyunturalmente bien colocadas en el poder. Durante el régimen del general, sus amigos importaban y revendían al Brasil los cigarrillos estadounidenses; luego, los Bo arrancaron con fuerza con una tabacalera propia; posteriormente, los Domínguez descubrieron la mina de oro replicando marcas brasileñas, hasta que Horacio Cartes (el único no colorado) revolucionó el negocio con sus marcas propias.

Curiosamente, la base del negocio tabacalero en Paraguay es el sistema tributario brasileño, que aplica impuestos altísimos al cigarrillo en su mercado. Paraguay es uno de los pocos países del planeta que los grava con un tributo mínimo, generando una diferencia de precio notable con respecto al cigarrillo producido o importado legalmente en Brasil.

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Así, para hacer dinero fácil solo hay que fabricar los cigarrillos en Paraguay (pagando todos los impuestos, que son ínfimos) y conseguir venderlos en el mercado del Brasil; solo que para que sea rentable hay que meter los cigarrillos de contrabando. Si se pretende exportarlos legalmente hay que pagar los aranceles correspondientes, lo que terminaría matando la diferencia de precio.

En consecuencia, para quien fabrica cigarrillos en Paraguay hay dos escenarios posibles: que los venda aquí y que quienes le compren los metan de contrabando en el Brasil (esto supone asumir el riesgo de que siempre estén esos intermediarios disponibles); o montar un esquema de supuestos compradores con empresas de fachada que le permitan meter los cigarrillos de contrabando al mercado brasileño.

En el primer escenario, el dinero que le paguen los compradores intermediarios es lícito (la operación realizada en Paraguay es totalmente legal) y lo puede depositar directamente en cualquier banco. En el segundo, sus verdaderos compradores están en el mercado negro y por lo tanto el dinero que le paguen tendrá un origen ilícito y requerirá de un tratamiento especial que permita ocultar su origen (es lo que se conoce como “lavar dinero”).

Tanto para montar una red de supuestos compradores como para ocultar el origen ilícito del dinero se requiere de la complacencia de autoridades y funcionarios del Estado (de Aduanas, Tributación, la Policía, la Fiscalía, jueces, la Secretaría de Prevención de Lavado de Dinero y de una buena cantidad de políticos que protejan el negocio). Esto nunca fue un problema muy complicado en Paraguay. Comprar funcionarios supone un costo adicional, pero generalmente están dentro de los márgenes que no anulan las ganancias.

El escenario cambió en el 2013 cuando el Partido Colorado cayó, luego de más de seis décadas en el poder. La ANR es una formidable maquinaria electoral que para funcionar requiere de ingentes cantidades de dinero. Siempre operó con dinero público. En la llanura política, era un monstruoso vampiro que agonizaba. Fue cuando apareció el salvador.

Con un olfato único, Cartes rescató al viejo dragón alimentándolo con las ingentes cantidades de dinero que le genera el cigarrillo, se hizo colorado y tomó las riendas del Estado ¿Para qué comprar funcionarios si se puede tomar el control de todo el aparato público? Y lo hizo. Solo que no contó con los inconvenientes que generan las fuertes internas republicanas. Sus intenciones hegemónicas se estrellaron contra las ambiciones propias de la jauría púrpura. Como ocurre a menudo en el partido, hoy tiene que pelear el manejo de la cosa pública con las otras facciones republicanas.

Esa disputa hizo ver la luz a sus contendientes coyunturales que descubrieron de golpe el riesgo brutal que supone para la vigencia de la democracia –o de un intento de democracia– que un grupo empresarial y una persona sola tengan el poder económico suficiente como para comprar y manejar las precarias instituciones del Estado. El negocio del cigarrillo no es nuevo, lo novedoso es el tamaño que alcanzó y su copamiento del viejo vampiro republicano.

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