Entre las luces coloridas del San Juan y los silencios que habitan en los márgenes llega la obra teatral Cambala, que intima y es contundente, se atreve a poner en escena realidades que incomodan, pero que son parte de la sociedad.
La puesta, escrita y dirigida por Rodrigo Pastore Samaniego, se presentará desde este viernes 11 de julio, desde las 20:30, en La Recova (Presidente Franco y Colón), un nuevo espacio en proceso de recuperación para las artes escénicas en Asunción.
La puesta en escena inmersiva y cargada de emocionalidad invita al público a sumergirse en la cotidianidad de una familia no convencional, atravesada por el abandono, la enfermedad, la maternidad adolescente y la precariedad.
Todo ocurre durante una noche de fiesta, cuando el barrio se llena de música, comidas típicas y juegos, pero también de tensiones soterradas y tragedias que laten bajo la superficie.
El autor, Rodrigo Pastore, explica que se buscó que el público vea la obra y la viva desde adentro, “como si caminara por ese barrio, como si escuchara lo que no se dice”, señala quien, junto a Alejandro Centurión, impulsa este proyecto artístico y comunitario, que desea resignificar La Recova como un espacio de encuentro y cultura.
Participan en la obra las actrices Teresa Barriocanal, Lidia López, Kathia García y Lorena Acosta para dar vida a personajes profundamente humanos, cuyas historias resuenan con lo que muchas veces sucede fuera del foco: cuidar a una hermana enferma, criar sola, sostener en medio de la falta.
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Cambala, declarada de Interés Cultural por la Secretaría Nacional de Cultura, se presentará todos los viernes, sábados y domingos, a las 20:30, hasta el 3 de agosto. Entradas G. 100.000, y pueden adquirirse escribiendo al (0983) 021-800 o a través de las redes sociales de la obra (IG: @cambala.obra).
En un país donde muchas veces las historias más duras se esconden detrás de la música festiva o se silencian bajo el peso de lo cotidiano, Cambala nos mira de frente y nos interpela. Porque el teatro no solo entretiene, también nos hace recordar que detrás de cada fiesta podría haber vidas que duelen.