28 mar. 2024

Así se inició la investigación sobre el caso Froilán

La serie de reportajes “Festín de rubros docentes en la UNA”, que empezó a publicarse en Última Hora el 8 de septiembre, reveló un amplio esquema de presunta corrupción, dirigido por el rector Froilán Peralta. Nadie esperó que la investigación periodística iba a despertar una gran movilización estudiantil.

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Froilán Peralta, en dependencias policiales. Foto: Raúl Cañete.

Por Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman
Todavía no se apagaban los fuegos de la histórica investigación periodística que había provocado el juicio político, la renuncia y el procesamiento del contralor Óscar Velázquez y de la subcontralora Nancy Torreblanca, cuando la incansable reportera Rossana Escobar, con apoyo de otros colegas del equipo de investigación de Última Hora, ya tenía lista una nueva serie de reportajes, esta vez sobre un esquema de presunta corrupción montado por el rector de la Universidad Nacional de Asunción (UNA), Froilán Enrique Peralta.
Como es procedimiento habitual -y lo establece el código de ética de ÚH-, antes de la publicación Rossana buscó a Peralta y a las personas de su entorno afectadas por la investigación, para comunicarles lo que iba a publicar y pedirles sus respectivas versiones al respecto.
Al parecer, en un aparente intento por desactivar la publicación, el rector dispuso que una de las principales involucradas, su secretaria Tatiana Cogliolo, una joven maestra parvularia que cobraba como profesora en la Facultad de Veterinaria, facturando 12,6 millones de guaraníes mensuales, siendo además pariente político del rector, renuncie a su cargo.

Probablemente pensaba que al desvincularla del cargo la investigación periodística iba a perder sustento y quizás ni llegaría a publicarse, pero los periodistas sabían que el caso Tatiana era solamente la punta del ovillo de una serie de irregularidades.

La primera chispa

El martes 8 de septiembre, con un título a cuatro columnas al pie de la portada, “Renuncia secretaria del rector de la UNA ante investigación de ÚH”, el diario inició la publicación de la serie, que ocupaba toda la página 25, en la sección País, con el acápite “Festín de rubros docentes en la UNA”.
En la edición del día siguiente, miércoles 9 de septiembre, incluyó dos páginas con más revelaciones: “Familiares de secretaria del rector cobran como profesoras fantasmas”.
El reporte relataba que Froilán, además de haber nombrado a su secretaria Tatiana como profesora de Veterinaria, también había dado rubros de docente a la mamá y una prima de esta, sin que las mismas tengan títulos universitarios.
El jueves 10 hubo más datos: “Rector nombró hasta a la hermanita colegiala de su secretaria en la UNA”.
Además se publicó un reporte que causó mucha indignación: los representantes estudiantiles ante el Consejo Directivo de la UNA, Rodolfo Antonio Brassel y José Enrique Osorio, tras ser requeridos por los periodistas de ÚH decidieron llamarse a silencio. Ambos también habían sido denunciados por cobrar mensualmente millonarios rubros como docentes.
Desde entonces, día tras día, el diario fue dando a conocer más y más detalles sobre el nivel de podredumbre en el Rectorado de la UNA, sin que en principio se produzcan muchas reacciones, ni de las instituciones encargadas de investigar y actuar, ni tampoco de docentes y alumnos.
La intervención de la Coordinadora de Abogados del Paraguay, que presentó una denuncia penal en base a las revelaciones de Última Hora, fue fundamental para que intervenga la Justicia.
Casi una semana después de la primera publicación, el lunes 14 de setiembre, a pocos días de una anunciada marcha nacional de estudiantes secundarios en reclamo de una mejor educación, la Fiscalía dispuso iniciar una investigación en el rectorado de la UNA, en base a las publicaciones de ÚH.
Ese mismo día, también la Contraloría anunció que empezaba una auditoría en el Rectorado, acerca de las mismas denuncias.
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Publicaciones ÚH

La reacción estudiantil
Con ese candente clima instalado, el jueves 17 de septiembre empezaron las primeras manifestaciones de los estudiantes universitarios.
Al principio, las movilizaciones eran reducidas, pero coloridas y llamativas.
Al mediodía del jueves, con una temperatura de más de 35 grados, unos 200 alumnos de distintas Facultades de la UNA, iniciaron una marcha y caravana con carteles en el Campus de San Lorenzo, desde la sede de Ciencias Agrarias, pasando por Ciencias Exactas, Politécnica, Química y Veterinaria, hasta culminar con un acto frente al edificio del Rectorado.
Allí se exhibieron los primeros carteles con un hashtag que pronto se volvería viral y se haría histórico: #UNAnotecalles.
Los estudiantes confesaban que tenían mucho temor a represalias por parte de las autoridades universitarias. Varios jóvenes prefirieron no adherirse activamente y mirar la manifestación desde lejos.
Pero ya había un clima que envolvía a la característica indignación juvenil, con un elemento que hace tiempo se extrañaba: los jóvenes levantándose en sana rebeldía ante las injusticias y la corrupción institucionalizada...
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La primavera de los secundarios
El viernes 18, la realización de la Marcha Nacional de Colegios Públicos y Privados (MNCPP) sorprendió gratamente por su alta participación y su muy buena organización.
Cerca de 10.000 estudiantes, en su mayoría aún niños, niñas y adolescentes, partieron desde la plaza Italia de Asunción, hicieron una sentata simbólica frente a la sede del Ministerio de Educación, rechazaron las flores que les ofreció la ministra Marta Lafuente, pero obtuvieron el compromiso de una mesa de negociaciones, y siguieron caminando con sus banderas, carteles, gritos y cánticos, hasta la plaza de Armas, frente al Congreso Nacional, donde celebraron anticipadamente el inicio de la primavera y Día de la Juventud, reiterando su decisión de seguir movilizados en la lucha por una verdadera reforma educativa.
Aunque la fiesta era de los secundarios, el tema de la revuelta en la UNA ya ocupó un fuerte foco de atención en la marcha. Los universitarios se congregaron en la plaza de la Democracia y marcharon desde allí hasta la plaza de Armas, para unirse con los secundarios. "¡Fuera Froilán!”, “No más seccionales en las facultades”, eran las principales consignas.
Los estudiantes de la facultad de Veterinaria UNA (donde Froilán había sido decano y lo seguía controlando como un feudo propio) denunciaron que varios docentes intentaron impedir que participen de la marcha, al resolver tomarles exámenes repentinamente y exigirles presencia en las aulas, a la misma hora de la movilización.
Tras la marcha, los universitarios se congregaron frente al edificio del Rectorado, en el Campus de San Lorenzo, en la tarde de ese jueves, en una larga asamblea con micrófono abierto que se prolongó hasta horas de la noche.

Ya estaba decidido, aunque aún eran pocos, iban a comenzar una vigilia en ese lugar desde el lunes 21, esperando la reunión del Consejo Superior Universitario que debía realizarse el martes 22 para analizar el caso Froilán.

La desaparición de Froilán

El domingo 20, el tema estalló en los programas periodísticos de televisión. Froilán Peralta eligió a qué programa ir, aunque varios lo habían convocado, y asistió al programa Cara o Cruz, conducido por Enrique Vargas Peña y Jorge Torres Romero en Unicanal, pero una gran cantidad de estudiantes universitarios se congregó frente al local del medio con intenciones de “escracharlo”.
Durante la entrevista en estudios, Froilán anunció que no pensaba renunciar, pero que iba a pedir permiso hasta que termine la investigación del Ministerio Público y la Contraloría.
El programa periodístico AAM (Algo Anda Mal), que conduce Santiago González y un equipo de periodistas en Canal 13, puso un móvil en vivo en la calle, frente a Unicanal, y pudo registrar el momento en que el rector fue sacado del interior del edificio por una patrullera policial, avanzando a contramano, en medio del abucheo de los manifestantes.
Esa fue la última vez que el rector de la UNA fue visto en público. El lunes 21, a la mañana, se instaló la asamblea permanente de los estudiantes frente al local del Rectorado, que en la práctica fue una toma simbólica por parte de los alumnos de su propia universidad. El número fue creciendo a medida que pasaban las horas y para la noche ya eran miles. Se iniciaba una jornada de vigilia memorable en vísperas de una apresurada reunión del Consejo Superior Universitario, convocada por el mismo Froilán para la mañana del martes, a fin de tratar su pedido de permiso al cargo. La consigna de los estudiantes pendía como una espada de Damocles sobre la anunciada reunión: No al permiso, renuncia inmediata.

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Rehenes por un día

El martes 22, el Campus de la UNA amaneció totalmente ocupado por los estudiantes, que seguían llegando como una marea humana incontenible.
Los miembros del Consejo Superior Universitario -12 decanos de Facultades, 12 representantes docentes, 4 representantes de graduados no docentes y 8 representantes estudiantiles- se reunieron en medio de un clima de gran tensión, a puertas cerradas.
El rector Froilán Peralta no asistió, solo hizo llegar su carta con su pedido de permiso. Los integrantes del Consejo decidieron aceptar el permiso, por 36 votos a favor y uno en contra (de Ricardo Meyer, decano de Arquitectura), lo cual encendió aún más la indignación de los estudiantes, que permanecían afuera y exigían la renuncia inmediata del rector.
En una segunda sesión, los miembros del Consejo firmaron una resolución exigiendo a Froilán que renuncie al cargo y convocaron a una Asamblea Universitaria para el martes 29 de setiembre, en la cual analizarían la situación.

Lo resuelto encrespó aún más los ánimos de los estudiantes, que decidieron bloquear todos los accesos al Rectorado y no permitir la salida de los miembros del Consejo, quienes quedaron como rehenes de los manifestantes durante cerca de 17 horas y recién pudieron retirarse en horas de la noche, con la mediación de un grupo de agentes de la Fiscalía.

La noche de las “come-documentos”

Un hecho que precipitó la resolución del conflicto fue lo ocurrido en la noche del jueves 24, cuando los estudiantes sorprendieron a la jefa del departamento de Talento Humano del Rectorado, María del Carmen Martínez, y a las funcionarias Leticia Isabel Deggeller Martínez y Luz Aquino, dentro del edificio del Rectorado, aparentemente destruyendo documentos y borrando archivos comprometedores.
La acción de los estudiantes, que rodearon a una patrullera de la empresa de seguridad que presta servicios, permitió evitar que una de ellas se escape con algunos papeles y las otras dos intentaron ocultarse bajo escritorios y toallas, pero fueron fotografiadas y filmadas por los estudiantes.
El conflicto fue transmitido en vivo por canales de televisión durante largas horas, mientras los estudiantes exigían que representantes de la Fiscalía se hagan presentes para intervenir en el hecho, pero la respuesta se dilató inexplicablemente por más de cuatro horas, instalando una sensación de complicidad de parte del Ministerio Público.
Un dato pintoresco es que las mujeres fueron acusadas por los estudiantes de haberse tragado varios papeles, con el propósito de destruir evidencias, lo cual les ganó el mote de “come-documentos”.
Finalmente, las tres mujeres fueron detenidas y en su poder se encontraron algunos documentos que comprometían aún más al rector y a las personas de su entorno, incluyendo a dos de las mujeres involucradas, que resultaron ser parientes del mismo.
El escándalo que produjo el incidente y la indignación que causó en la opinión pública fue un factor decisivo para que el Ministerio Público anuncie al mediodía la imputación de Froilán Peralta por inducción a un hecho punible.
Poco después de las 15.00, uno de los hermanos de Froilán anunció que el rector de la UNA renunciaba a su cargo y se presentaba en la Fiscalía de Delitos Económicos para ponerse a disposición de la Justicia.

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Periodismo y sociedad

Hasta los más agudos analistas de la realidad social y política sostienen que la dimensión que adquirió la protesta juvenil es “inesperada e inédita”, como lo califica el investigador Alfredo Boccia Paz.
Las cada vez mayores adhesiones de estudiantes de otras universidades, como los de la Universidad Católica, la Universidad Autónoma de Asunción, la Universidad Americana y varias del interior del país, además de sectores sociales, empresariales y grupos de artistas, han colocado a la revuelta estudiantil en el foco central de la vida del país, logrando que gran parte de la población esté pendiente de su desarrollo.
La prolongada ausencia o desaparición mediática del rector -con permiso- de la UNA ha merecido burlas y críticas en las redes sociales en Internet, inspirando múltiples memes o caricaturas que se preguntan: "¿Dónde está Froilán?”, sugiriendo las más disparatadas probabilidades.
Pero al mismo tiempo en que los acontecimientos marcan un “despertar estudiantil” y abren el debate sobre la corrupción y el control político autoritario que hasta ahora ha imperado en la universidad, planteando la necesidad de una reforma profunda del sistema educativo, por otra parte, lo ocurrido revaloriza la importancia del periodismo investigativo como herramienta para desnudar la corrupción y las injusticias, ejerciendo un rol de contralor del poder y favoreciendo la transparencia en favor de la institucionalidad democrática.
Así como la serie de reportajes sobre los presuntos hechos de corrupción que afectaron al contralor Óscar Velázquez y la subcontralora Nancy Torreblanca lograron que por primera vez un trabajo de investigación periodística desencadene un juicio político, la renuncia al cargo y el procesamiento de dos altos funcionarios estatales -con una importante movilización de sectores de la ciudadanía en las calles y en las redes sociales-, esta actual serie sobre las andanzas del rector de la UNA es la primera que motiva toda una histórica movilización estudiantil, de amplia repercusión nacional.

También es un hecho muy destacable que un tema investigado por periodistas de un diario muy rápidamente haya sido asumido por los colegas periodistas de otros medios y se imponga como un tema de interés nacional.

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