Nacido en 1925 en Costa Puku, Concepción, don Buenaventura celebró su siglo de vida en la casa de su hija, con quien vive actualmente.
Hijos, nietos, bisnietos y tataranietos lo acompañaron en una jornada cargada de emoción, gratitud y memorias compartidas.
Su vida es testimonio de trabajo y humildad. Multifacético y perseverante, se desempeñó en diversos oficios, muchos de ellos exigentes y físicamente duros, lo que forjó en él un carácter fuerte, pero siempre cálido.
Es padre de cinco hijos (cuatro mujeres y un varón) y ha construido un legado familiar lleno de valores y unión.
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A pesar del paso del tiempo, conserva sus costumbres con alegría: el caldo paraguayo y el mbokaja siguen siendo sus favoritos.
Y aunque ya no escucha bien, sonríe con picardía cuando escucha la música de su partido político, el Liberal, cuyas banderas azules adornaron cada rincón del festejo.
Más que una fiesta, fue un homenaje a la memoria viva de una comunidad. Don Buenaventura no solo celebra años, sino una vida entera de lucha, cariño y ejemplo.