20 abr. 2024

“Uno tiene que hacerse valer”

Explosiva, en el carácter y en la voz. Andrea Valobra (28) lleva más de una década en la música, afrontando prejuicios, tropezando y levantándose, y disfrutando de sus logros. Con dos hijos bebés: uno biológico y otro discográfico, la cantante prepara nuevos proyectos musicales.

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Revista Vida

Por Silvana Molina / Fotos: Javier Valdez

Ahí viene ella. Bajita, algo cohibida. La semisonrisa con la que enfrenta todas las miradas contrasta con sus grandes ojos fuertemente delineados en negro. Nada, sin embargo, que pueda llamar mucho la atención en esta chica que ahora se ubica en el centro del escenario y espera la señal para empezar a hacer lo que le gusta: cantar.
No suena nada mal. Una interpretación correcta, podría decirse. Pero a medida que el tema va desarrollándose, exigiéndole más y poniendo a prueba su afinación, la tensión del público se hace sentir. ¿Podrá alcanzar los tonos difíciles? Y entonces la joven estalla vocalmente y demuestra hasta dónde es capaz de llegar. Lo que sigue son aplausos y manifestaciones de aprobación. Y aunque luego el jurado le apuntará algunos detalles para corregir, ella siente que lo logró.
Ya pasaron 11 años de aquel momento en que Andrea Soledad Valobra Velilla —la chica en cuestión— debutó cantando en televisión, en el reality Rojo fama contrafama, donde obtuvo el tercer puesto en dos ocasiones (la segunda, en una competencia entre los finalistas de las distintas ediciones). Hoy, con 28 años, casada y con un hijo, ya no está en el ámbito televisivo, pero sigue sobre los escenarios como cantante.
—¿Considerás que tu carrera musical empezó a partir de Rojo?
—Realmente sí, aunque yo ya trabajaba en la música antes de eso: desde los 12 me pagaban por cantar en eventos, en cenas familiares, en misas de casamiento. Después trabajé con un grupo de karaoke en fiestas y yo me encargaba de romper el hielo para que la gente se animara a cantar.
Luego vino Rojo y, obviamente, fue una explosión mediática muy importante. Era la primera vez que se hacía algo de esa magnitud en Paraguay, entonces teníamos literalmente a todo un país paralizado en el horario del programa. La gente hasta hoy se acuerda de eso y de las presentaciones que hice. Entonces, sí, puedo decir que a partir de ahí mi vida dio un giro total.

—¿Con qué te encontraste cuando saliste de la exposición televisiva?
—Con una realidad muy distinta a la que me imaginaba. Después de haber sido casi una rockstar, al mes me encontré en mi casa sin trabajo, sin nada. En ese momento no había redes sociales, entonces el público te tenía presente solamente mientras estabas en televisión.
Me dolió bastante la caída. Sin embargo, fue muy necesaria para que yo realmente afianzara lo que quería hacer. Tuve que empezar de abajo otra vez. Volver a codearme con los perros, como se dice. Formé parte de grupos musicales, con los que trabajábamos mucho y cobrábamos poco. Y empecé a golpear las puertas de los medios, para tratar de estar presente otra vez en el ámbito musical de alguna forma.

—¿Eso te obligó a crecer?
—Sí, y a no creerme el cuento, que es muy fácil que ocurra, sobre todo en alguien que tiene 17 años, que era mi edad en ese momento. Entendí que finalmente todo depende de cómo trabajes y de tu empeño, porque yo nunca gané —Rojo—, pero pasaron 11 años y sigo laburando en la música, y cada vez más. En cambio, mucha gente que quedó en primer o segundo lugar hoy no vive de esto. Por eso considero que gané mucho más al haber perdido.

LA CHICA DE ROJO
—¿Con qué problemas se encuentra una persona que quiere vivir de la música en Paraguay?
—En la época en que yo empecé mi carrera, si no eras parte del círculo de músicos, no eras muy bien recibido. Yo tuve durante mucho tiempo el estigma de ser la de Rojo. Es como que por haber estado en un reality show te desvalorizan y piensan que a lo mejor no sos tan buena realmente.

—¿Creés que no se valora el trabajo de un artista?
—Así mismo. Es complicado. La gente te admira, pero a la hora de tener que pagar tu show te pide que le bajes el precio. Yo empecé cobrando poquísimo, G. 100.000 por hora y media de show, hace ocho años. Imaginate, no era nada. Yo me reventaba trabajando y no cobraba casi nada.
Hay mucha gente que lo hace y no estoy de acuerdo con eso. Uno tiene que hacerse valer. Yo sé que de repente los trabajadores de cualquier rubro tenemos necesidad de laburar aunque sea por muy poco, que algunas veces no hay nada, pero no por eso hay que venderse al mejor postor. Los músicos tenemos que hacernos respetar.
Hoy en día, con el tema de las redes sociales, llegar al público y promocionar tu trabajo es mucho más fácil. Vos subís un video o una foto y enseguida se hacen virales. Pero también es vidrioso.

—¿Por qué es vidrioso?
—Tenés que saber manejar eso, porque el paraguayo tiene una memoria muy frágil. Por ejemplo, lo que difundiste hoy puede ser fabuloso y podés tener un millón de reproducciones en YouTube, pero te puedo asegurar que una semana después ya no se acuerdan de vos. Va a aparecer otro y vas a dejar de ser tema de conversación.
Entonces, llegar al público se puede, hay demasiadas herramientas que nos ayudan a eso, pero lo difícil es mantenerse, pese a que un día hayas tenido un millón de likes. Eso sí es complicado y creo que es la lucha más importante ahora mismo: buscar la manera de estar siempre vigente.

A su lado, su mánager, Diego Arriola, escucha atentamente y le hace una seña cómplice para que deje de morderse las cutículas. Ella se ríe, pero obedece. Él —su “cable a tierra”, como Andrea se encarga de resaltar— es, además, su marido desde el primer día de 2015.

ALGO QUE DECIR

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Revista Vida

Asuncena y sajoniera (del barrio Sajonia), Andrea es la única hija de un matrimonio de segundas nupcias por ambos lados. Fue su padre quien la conectó desde pequeña con el mundo de la música. “Él cantaba y tocaba la guitarra. Le encantaba organizar cenas para invitar a sus amigos y peñear con toda la familia. Desde los cuatro años yo ya cantaba con él en esos encuentros. Después, en la escuela y en el colegio”, rememora la artista, que llevó a sus padres a vivir con ella y su nueva familia para poder cuidarlos mejor. Y hace un año y cuatro meses llegó Noah Constantino (Babytino), para convertir a Andrea en mamá y renovar la alegría de vivir de todos los integrantes de la casa.


—¿El hecho de convertirte en madre incidió de alguna manera en tu faceta profesional?
—Tener un hijo te cambia la perspectiva de las cosas. Y aunque sea un cliché y todo el mundo diga lo mismo, tengo que confirmar que es así, porque tu prioridad pasa a ser esa personita. Trabajás para que no le falte nada, estás pensando en su educación, en los valores que le inculcás. Tu brújula toma otro rumbo. A mí, Constantino me hizo querer buscar la forma de decir algo y concienciar a través de la música.

Producto de esa búsqueda es Ella, el primer sencillo de su disco Trece (ver recuadro), que fue escrito por la misma Andrea y que habla sobre la violencia contra la mujer. “Me dieron ganas de analizar un poquito más lo que está pasando en la sociedad y de decir cosas que aporten algo, más allá de buscar ubicarme como número uno en los charts o que mi música suene todo el día en la radio”, asegura.

—¿Tuviste alguna experiencia personal sobre violencia en el pasado?
—Sí, la violencia que se genera con una pareja con la que hay constantes conflictos. Yo lo reconozco: no soy una persona muy fácil que digamos. Tengo mi caractercito, soy muy reaccionaria. El problema es cuando vos no medís y la otra persona reacciona. Era una relación muy conflictiva, en la que lastimosamente se llegó adonde no se quería llegar. Por suerte, finalmente tuvimos la madurez de decir basta y no pasó a mayores. Pero me afectó igual. Me tomó ocho años poder hablar al respecto y mi forma de canalizarlo fue escribiendo esa canción (Ella). Cuando la terminé, yo sentí que cerré un capítulo, y no podía creer lo sanador que fue eso para mí.

—¿En qué estilo sentís que fluís mejor?
—Es muy difícil decirte eso, porque cuando me pongo a cantar, fluyo en cualquier estilo que haga: te puedo cantar la música de El guardaespaldas, así como te puedo cantar en guaraní Reservista purahéi con la misma pasión. Depende mucho también de mi estado de ánimo. Los días en que estoy más romántica, más melancólica, me siento mucho más cómoda con una balada o cantando solo con el piano. Y cuando estoy un poco más energizada, más pum para arriba, me encanta tocar con una banda, al palo, con guitarra, batería.

—Sos conocida por los altos niveles de potencia que puede alcanzar tu voz y hay quienes incluso cuestionan eso. ¿Te considerás una cantante gritona?
—Al comienzo a mí me trabajaba mucho eso, porque me decían: ‘Dejá de gritar’. Después ya me resbalaba. Salvando las distancias, si vos le escuchás a Aretha Franklin también vas a decir que es gritona. Yo pienso que esta forma de cantar responde a la escuela negra, el góspel, que realmente es un grito, porque es música de esclavos. Ellos gritaban para descargarse, porque en esos momentos de esclavitud, lo único que tenían era su música, su voz. Y yo creo que de alguna manera a mí me pasa lo mismo; yo me he subido al escenario con muchas emociones adentro: enojada, enamorada, peleada... y ese es el momento en el que yo disparo todo; esa es mi catarsis.
Yo soy de la escuela del góspel. Entonces, si quieren decir que grito, perfecto. A algunos les gusta y a otros tal vez no. Pero yo me siento feliz y me encanta.

—Después de una década en la música, ¿considerás que llegaste a una etapa de madurez profesional?

—Creo que con el disco cerré una etapa y abrí otra. A partir de ahora estoy enfocada en hacer discos. Entonces, sí, considero que hay una maduración no solamente artística sino también personal.
Pero aún hay mucho por aprender, siempre hay cosas que pulir. Yo creo que todo siempre forma parte de un proceso permanente. El día en que uno dice que alcanza la maduración total, el siguiente paso es pudrirse, ¿verdad?, como una fruta.

TRANSGRESORA
Una especie de tallo ramificado recorre el brazo izquierdo de Andrea. Es solo uno de los varios tatuajes que tiene en su cuerpo. En algún momento se llegó a teñir el cabello de rojo o fucsia y también usó piercings durante un buen tiempo.

—¿Creés o percibís que hay gente a la que le molestan tus tatuajes?
—(Sonríe y asiente con la cabeza y su marido lo reconfirma haciendo el mismo gesto). Pero estoy superacostumbrada y blindada con eso, realmente ya no me importa.
Por supuesto que no a todo el mundo tiene por qué gustarle. Pero si uno está contento como está, si no está atentando contra la integridad moral y física de los demás, entonces hay que aplicar el famoso: “Vive y deja vivir”.
El problema acá es que traten de definir qué tipo de persona sos basándose en cómo lucís. Y es frecuente que piensen que, porque tenés tatuajes, seguramente sos agresivo, te drogás, sos un cachafaz o un irresponsable. Eso es lo malo de los preconceptos acá. Esperemos que vaya cambiando esa mentalidad.

—¿Cuáles son tus planes a partir de ahora?
—En este momento estamos trabajando en un disco: quiero hacer folclore, pero no de manera tradicional, para gusto de algunos y para disgusto de otros. Porque sabemos que en el tema del folclore hay una disyuntiva muy grande entre los tradicionalistas y los transgresores. Yo no me quiero poner ni de un lado ni del otro: simplemente quiero ser Andrea haciendo folclore, con mi sello propio. La idea es hacer un disco solamente a piano y voz, con el maestro Óscar Fadlala, y reversionar un montón de temas que nos gustan, ir rescatando algunas cosas.

—¿Creés que, para que se mantengan vivo el folclore, es necesario aggiornarlo?
—Lo que pasa es que ese es el ciclo de la vida y de la historia. Si nosotros no evolucionamos, si seguimos con lo mismo siempre, vamos a desaparecer como civilización. O sea, no es que alguien tenga la intención de transgredir, mutilar o destruir el folclore. Uno tiene que ir adaptándose a los cambios tecnológicos, sociológicos, económicos, políticos. No hay otra.
Para mí, nuestra música es demasiado rica en todos los aspectos, y es importante respetar la esencia, pero también está bueno darle matices diferentes. Y está bueno buscar la manera de que los jóvenes consuman nuestra música. Porque nos guste o no nos guste, son muy pocos los jóvenes que te van a consumir un jahe’o. No te digo que vas a desvirtuar hasta el punto de hacer un reguetón, por decir, pero sí darle ciertos elementos de renovación. Eso hay que hacerlo con todo en la vida, no solamente con la música. En fin, hay muchos proyectos, y eso es lo bueno.

—Entonces, ¿pensás seguir viviendo de la música?
—Por supuesto. Es lo que quiero hacer siempre. Quiero morir sobre un escenario. Así, tal cual.

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Trece razones
Hace tres meses, Andrea Valobra lanzó su primer disco, que denominó Trece. El material “es una recopilación de todo lo que yo fui artísticamente y personalmente en esta década de carrera musical”. El disco tiene temas compuestos por ella, por otros autores y también covers. Baladas, rock y jazz son los estilos que se combinan en este material ecléctico, donde canta en español y en inglés. “Es una manera de cerrar un ciclo y un obsequio a la gente que me hizo el aguante durante estos 10 años”.

Ganadora internacional
En octubre de 2013, Andrea Valobra participó en el Festival Internacional de la Canción, en Punta del Este, Uruguay, donde ganó el primer lugar, luego de competir con participantes de otros 11 países de Latinoamérica.

Cantando #PorEllas
A fines de noviembre de 2015, la cantante lanzó el videoclip del tema Ella, el primer sencillo de su disco, que tiene un claro mensaje contra la violencia de género. El tema, en estilo pop-rock, fue compuesto por Valobra y por el guitarrista Gabriel Colmán. La canción fue adoptada como himno de la campaña denominada #PorEllas, que busca la aprobación de un proyecto de ley de protección integral de la mujer contra toda forma de violencia. La normativa, impulsada por la Comisión de Género de la Cámara de Diputados, con el apoyo de ONU Mujeres y el Ministerio de la Mujer, fue aprobada recientemente en Diputados y pasó al Senado para su ratificación.
Según un estudio, en Paraguay, nueve de cada 10 mujeres sufrieron algún tipo de violencia, ya sea física, económica o sicológica. De ellas, solamente cinco presentaron denuncias; cuatro no lo hicieron.

Entre-telones
Valobra ha sido elegida en numerosas ocasiones para actuar como telonera de artistas internacionales que llegan al país. Fue el caso de Bryan Adams, Eros Ramazzotti, Alejandro Lerner y Sandra Mihanovich (en este caso, junto a Rolando Chaparro). Este 7 de setiembre lo hará en el concierto de Michael Bolton; y el 7, en el de Laura Pausini.

En redes
@Andrea Valobra tiene cuentas oficiales —con este mismo nombre— en Facebook (43.721 fans), Twitter (7.879 seguidores) e Instagram
(60.400 seguidores).