24 abr. 2024

Una apuesta arriesgada para evitar el despeñadero político

Estela Villalba

El elegido del presidente Horacio Cartes realizó en la semana una maratónica gira por el interior para empaparse de las bases republicanas, seducir al electorado y posteriormente ser ungido candidato con la bendición popular.

El ministro de Hacienda hizo su tarea como un alumno aplicado y a diferencia de cualquier técnico al que incomoda el ritual político, Santiago Peña se desenvuelve con naturalidad en el territorio demarcado por la dirigencia colorada al que se ingresa con permiso especial.

Pañuelo colorado, abrazos aquí y allá, toques folclóricos, pequeñas historias de la dirigencia local y las razones del abrazo reciente a la bandera colorada para “seguir el modelo”, son parte de su discurso y el ritual que cumple en cuanto encuentro le marcó su urgente calendario, de la mano del gobernador Luis Gneiting.

La escena replica la dupla Cartes/Afara cuando el gobernador de Itapúa era el sostén político del empresario que venía generosamente a “sacar a la ANR de la llanura”.

Peña enfatiza que representa un nuevo paradigma político y destaca diferencias con el frente anticartista. Los califica como figuras de la vieja política que hacen acuerdos entre cuatro paredes para repartirse los cargos. Su juventud, su inexperiencia política y sus ganas de mostrarse demasiado colorado y demasiado diferente, le juegan una mala pasada. No puede hablar de la vieja política cuando a su lado aparecen el senador Óscar González Daher, reacio a pagar hasta los impuestos locales más bajos, o la autodeclarada “chupamedias”, la diputada Perla de Vázquez, que hace política para llevar “fideos” y cargos a sus votantes.

Son contradicciones insalvables de esa nueva forma de hacer política.

DEBILIDADES. Un desliz del que no supo salir elegantemente fue cuando muy suelto de cuerpo opinó en Radio Monumental sobre el matrimonio igualitario o gay: “Yo estaría a favor, no tengo ningún inconveniente, creo en la libertad de los seres humanos, soy una persona tremendamente amplia”, pero ante la avalancha de críticas en el Partido Colorado y la incomodidad de Cartes, quien tiene una posición radical en contra, moderó su discurso y salió por el atajo clásico culpando a la prensa. Perdió la brillante oportunidad de aparecer independiente y reforzó la principal debilidad de su candidatura: que es un rehén.

LA DISIDENCIA. La elección de Peña generó fractura en el cartismo, algo que ya se veía venir. Se oficializó la salida del vicepresidente Juan Afara y del presidente de Diputados, Hugo Velázquez. El nuevo escenario generó movidas. Y hoy están en un frente amplio Mario Abdo Benítez, más Luis Castiglioni y Nicanor Duarte Frutos. Se dio hasta un imposible abrazo entre Nelson Argaña y Ariel Oviedo. Atrás quedaron las fuertes acusaciones del hijo del vicepresidente asesinado contra el “asesino” general Lino Oviedo (+).

Lo único claro es que Mario Abdo será el candidato, un lugar que se negó a resignar cuando Afara le planteó ser su vice. Todo indica que Velázquez será su dupla, pero por de pronto, al decir de Nicanor, el leit motiv es “evitar la colonización del partido por parte del grupo Cartes”.

Marito Abdo aparece como contracara y destaca su militancia y tradición. Pero puede ser un bumerán. Tampoco cae bien en un electorado independiente su excesivo apego a un discurso cuya traducción se asemeja mucho a prebendarismo y clientelismo.

SIN RETORNO. En la alta dirigencia cartista ya hay resignación con respecto a la candidatura de Peña. Cartes, en un intento por darle un cariz democrático, justificó ante el entorno político su decisión de optar por el ministro. Y les dio tres razones: va a mantener el modelo, tiene altas posibilidades de ganar las generales y dará tranquilidad al país. “Si ustedes tienen alguien así, tráiganlo”, les desafió. Enrique Riera apareció en el firmamento, pero sus propios correligionarios le bajaron el pulgar porque “cuando llega al poder se olvida de los amigos”. De todos modos, el ministro de Educación espera paciente porque en política nada es imposible.

Hoy llega Cartes de Portugal y días después se definirá la candidatura de Honor Colorado. Es casi un hecho que Peña sea ungido porque es el mejor “para seguir el modelo”, y porque tiene la “visión” y la “convicción”. Señalan que Cartes no logró hacer mucho, pero “limpió el campo y abrió una picada” para que su elegido, cuando sea presidente, entre con una topadora para ejecutar más obras. Por ello, el presidente liderará la lista del Senado y armará su equipo en el Congreso para apuntalar a su delfín. En él vio su continuidad y su tabla de salvación para no caer en el despeñadero político. En esta apuesta arriesgada, que genera una ruptura en la cultura tradicional colorada, no hizo una mala elección. Solo en la ANR hay cuestionamientos a su afiliación. Es un candidato que no genera alta resistencia en un país con fuerte cuestionamiento a la clase política.

La interna colorada sigue dando sorpresas, se mueve a mil por hora, mientras la oposición sigue entrampada en sus egoísmos, cada vez más alejada de una alianza para confrontar con posibilidad de éxito a su tradicional adversario.

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