Un ejemplo patente de que no existen políticas de Estado es lo que sucede con la conservación del patrimonio histórico.
Con el inusual sentimiento patriótico que generó la celebración de los 200 años de la Independencia, con extraordinaria prisa, unos meses antes de los actos centrales del 14 y 15 de mayo, el Ministerio de Obras Públicas (MOPC) maquilló algunos emblemáticos, y muy deteriorados edificios del casco histórico.
Entre ellos estaban el Panteón de los Héroes, parte de la Catedral Metropolitana; el Cabildo y otras edificaciones como el propio Palacio de Gobierno y la que sirve al Correo Nacional.
Anunciaron entonces que también iniciarían la reparación y puesta en valor de las iglesias que forman parte del patrimonio histórico. Entre ellas, la imponente De La Encarnación.
Por esa fecha, el padre Ángel Arévalos, que sigue siendo el párroco, junto con miembros de la comunidad, había conseguido que el Legislativo aprobara G. 1.000 millones para la urgente restauración del antiguo templo.
Esa suma se incluyó en el presupuesto del MOPC, pero los trabajos no pudieron realizarse porque faltaba un proyecto y patrones de intervención para convocar a una licitación. Fue una total frustración.
Pero no se dieron por vencidos; para el siguiente año lograron que el Congreso aprobara G. 2.700 millones. Tampoco se inició la restauración.
Hacienda no transfirió el dinero. El sacerdote y los feligreses siguieron reclamando que el Gobierno hiciera lo que le corresponde hacer: preservar las obras que forman parte del patrimonio histórico.
Mientras la burocracia, la inoperancia e ineficiencia pública siguen su cansino andar, el añejo templo está cada vez más dañado y el costo de su restauración aumenta cada día.
El interés por los edificios antiguos fue tan efímero, como el interés por los sitios históricos, que fue necesario un hecho tan relevante como los 200 años de independencia para que les echaran una mano de pintura.
¿Qué otro acontecimiento habrá que esperar para rescatar los monumentos nacionales de la ruina en la que se encuentran?
El padre Arévalos dice que para mantener un templo de las dimensiones De La Encarnación, no son suficientes las pequeñas y paliativas reparaciones que hacen a una parte del techo. La restauración debe ser integral.
Él y los fieles, además de seguir urgiendo a las autoridades, seguirán recurriendo a donaciones y a la venta de “asaditos”, como reveló el padre, para cubrir las urgencias que presenta una obra tan grande y en tan mal estado de conservación.
Ante tal indiferencia del Estado, no sorprenden hechos como lo sucedido el fin de semana con la Casa de la Independencia.