Si es que los senadores que han votado a favor de la enmienda constitucional que busca lograr la aprobación popular de la reelección, a través de un referéndum en las urnas, pensaban que la ciudadanía iba a resignarse a aceptar la violación constitucional cometida por ellos, sin escrúpulo ni vergüenza alguna, se han equivocado.
Para un vasto sector de la población es más que claro que el desmedido afán de permanecer en el poder –en el caso del presidente Horacio Cartes y los que le acompañan en su irracional propósito–, o de acceder nuevamente a él –tal como pretenden el ex obispo Fernando Lugo y sus seguidores del Frente Guasu–, ha llevado a 25 senadores a cometer un atropello inaudito a la institucionalidad de la República.
La desaprobación es expresada con gestos visibles y concretos, que comunican a los transgresores, sin confusión posible, el mensaje de repudio por su comportamiento indigno, desleal y violatorio de la legislación vigente en la República.
Las manifestaciones diversas son el lenguaje con el que las personas exteriorizan su descontento hacia quienes fueron electos para legislar y velar por el cumplimiento de las leyes, y son los primeros que tuercen las interpretaciones, acomodan los reglamentos a la satisfacción de sus intereses y rompen la jerarquía institucional de la Cámara de Senadores, para despejar el camino que lleve a la obtención de sus oscuros propósitos.
El consenso al que llegaron los propietarios de varios comercios para impedir el ingreso de los legisladores que violaron la Carta Magna a sus comercios y, al mismo tiempo, señalarlos con actos de escrache para difundir el gesto de repudio en las redes sociales, de modo tal que el mundo se entere, es una de las estrategias ciudadanas de participación.
En la práctica, si aparecieren por algunos de los locales que se han comprometido a demostrar de manera activa la indignación de la gente, los que rechacen a los legisladores no serán únicamente los que tomaron la determinación de cerrarles sus puertas, por considerarlos indeseables, sino todos los que estuviesen presentes en ese momento.
Aunque es harto sabido que hasta el momento nada –ni siquiera la muerte de un joven militante del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA)–, ha conmovido a los senadores pro reelección, al menos se darán cuenta de que la ciudadanía no les deja impune el flagrante atropello que cometieron.
Las manifestaciones pacíficas de censura y repudio a los 25 parlamentarios cartistas, luguistas y llanistas que pretenden imponer su voluntad a todo un país por un camino vedado por la Constitución son herramientas legítimas de resistencia ciudadana; esta debe ser libre y civilizada y debe evitar caer en provocaciones.