En la noche del viernes surgió la información de un supuesto enfrentamiento entre la Fuerza de Tarea Conjunta y miembros del Ejército del Pueblo Paraguayo. Recién el sábado en horas de la mañana el vocero de la FTC, Amilcar Vera, conversó con algunos medios, confirmando que se trató de un enfrentamiento y que Julián Ojeda Espínola estaba con otras tres personas vestidas con ropa camuflada.
Este último hecho aún no pudo ser comprobado debido a que no existen imágenes del cuerpo de Ojeda vestido con dicha ropa, como sí ocurrió en otras ocasiones, más recientemente cuando la FTC difundió imágenes tras la muerte de Alfredo Jara Larrea, jefe de la Agrupación Campesina Armada, por citar un ejemplo.
Otro dato que llama poderosamente la atención es que el fallecido Ojeda Espínola estaba portando un fusil modelo Mauser 30, un arma utilizada ya en la Guerra del Chaco y que no se trata precisamente de un fusil moderno, como los que acostumbran usar los miembros del Ejército del Pueblo Paraguayo.
Por otra parte, Cinthia Carolina Ojeda, hija del fallecido, desmintió que su padre sea un delincuente y agregó que siempre iba de cacería por ser una persona pobre y que eso fue lo que hizo el día que encontró la muerte.
Aparentemente el hombre tampoco contaba con orden de captura y ni siquiera figuraba en la lista de miembros del Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) que maneja el equipo de Inteligencia de los organismos de seguridad.
Al tratarse del EPP, el principal grupo armado que las fuerzas de seguridad tratan de desmantelar, es bastante suspicaz que las autoridades, desde el Ministerio Público, con el fiscal Joel Cazal, así como el propio ministro del Interior, Francisco De Vargas, se hayan pronunciado al respecto.
De ser Ojeda un elemento del principal grupo considerado “enemigo” del Estado paraguayo, resulta poco más que llamativo que no haya habido un pronunciamiento más amplio.