EFE
Se trata del Centro de Convivencia Pedagógica Ñemity, un lugar de acogida de niños y adolescentes que, hasta su ingreso, sobrevivían en las calles de diferentes puntos de Paraguay, tras romper la relación que les unía a su familia.
Al menos 1.200 niños y adolescentes se han beneficiado del proyecto Painac desde 2009, del que forma parte el centro Ñemity, que les rehabilita, reeduca, desintoxica, si es necesario, y les reinserta en la sociedad con la financiación de la Secretaría Nacional de la Niñez y la Adolescencia (SNNA).
Ñemity tiene como objetivo principal que los beneficiarios, que llegan con edades de entre los 8 y 17 años, retornen a sus hogares una vez que estén preparados para su inserción social.
Además, si la situación lo requiere, existe la posibilidad de prepararlos para la integración en una nueva familia o, incluso, si está previsto que cumplan la mayoría de edad (18 años) durante su estancia allí, se les capacita para una futura emancipación.
El lugar es un predio rodeado de naturaleza y ajeno a la realidad urbana que les tocó sufrir.
Son cuatro residencias y un edificio de aulas en donde se enseña música, educación básica, talleres de costura. Hay también un huerto y un pequeño espacio donde los menores, con la ayuda de los educadores, cuidan de animales como cerdos o gallinas.
Todo pensado para que culminen el programa de rehabilitación, que dura entre uno y dos años y está sujeto a una serie de normas de obligado cumplimiento: prohibido tener teléfono móvil, tabaco, alcohol o drogas.
Tampoco pueden disponer de dinero y cualquier gestión pasa por la administración de los educadores, según explicó a Efe el coordinador del centro, Álvaro Lobianco.
Sin embargo, antes de llegar a Ñemity deben hacer frente a un proceso previo que les prepare para la vida a nivel individual, grupal y comunitaria del centro.
Hasta 2014, miembros del programa Painac rastreaban por los núcleos urbanos del Gran Asunción en busca de niños que vivieran en la calle y no tuvieran vínculo familiar, para ofrecerles la posibilidad de entrar en el programa.
A muchos de ellos la situación de calle les había llevado al consumo de drogas baratas y a escapar de la realidad inhalando pegamento, conocido como “cola de zapatero”, dijo a Efe el coordinador técnico del programa Painac, Jorge Amarilla.
Painac abordó dentro de su programa en 2015 a 221 menores que vivían en la calle de los departamentos de Central y Alto Paraná.
Sin embargo, el Gobierno no dispone actualmente de un censo oficial sobre la población de menores que vive en las calles de Paraguay, explicó Amarilla.
Los que forman parte de la estadística de Painac, pasan en primer lugar por un refugio, donde les atiende un asistente social, que les evalúa y considera si necesitan una desintoxicación de 30 días en un centro especializado para ese propósito.
En caso contrario, son destinados a un Centro Transitorio de Protección durante dos o tres meses en el que se les prepara, a través del trabajo con psicólogos y educadores, para entrar a formar parte de Ñemity.
Los que aguantan esos primeros meses, llegan a Ñemity en busca de una oportunidad para volver a formar parte de su familia y de la sociedad.
Este recorrido es de obligado cumplimiento para todos y se ha de pasar el proceso cada vez que se entra a formar parte del programa de Painac.
La iniciativa tiene la particularidad de que en ningún momento los menores “son forzados” a ser internados, aseguró Amarilla, por lo que pueden abandonar el proceso en cualquier momento.
Pero el éxito del programa radica, según Amarilla, en que los propios menores que viven en la calle fomentan la participación en Painac.
De hecho, de cada diez menores que acuden al programa, ocho lo hacen por propia iniciativa, indicó Amarilla.