29 mar. 2024

Quiénes están detrás de #UNAnotecalles

Al otro lado del silencio

Andres.jpg

El periodista Andrés Colmán Gutierrez. | Foto: Archivo.

Primero dijeron que el presidente Horacio Cartes operó desde las sombras los hilos de la gran revuelta estudiantil, pasándole la factura al senador Calé Galaverna, por haberlo desafiado en las internas de la ANR, y que permitió denunciar el esquema de corrupción del ahora ex rector de la UNA, Froilán Peralta, que acabó en su inaudita renuncia, procesamiento y cárcel.

Cuando lo escuché, no pude evitar la risa. ¿En serio creen que Cartes pueda influenciar a los estudiantes que forjaron su liderazgo criticando la acción represiva de este Gobierno y la corrupción de la actual clase política? En el eventual caso de que pudiera hacerlo, ¿sería Cartes tan necio como para ayudar a despertar al gigante que hoy está devorando gran parte de su base de sustentación político-partidaria?

Después dijeron que es el ex presidente y ex obispo Fernando Lugo quien imparte instrucciones a los líderes de la revuelta, como una manera de elaborar su próximo regreso a la presidencia. Otra vez la risa. ¿En serio...? ¿Lugo...?

Aunque una figura muy ligada a Lugo, el ex decano de Arquitectura y candidato a intendente municipal de Asunción por el Frente Guasu (entre otras organizaciones), Ricardo Meyer, se ha convertido en figura clave al ser nombrado rector interino de la UNA, lo más probable es que acabe perjudicado por la decisión de mantener su candidatura electoral, en contra de la idea de que habría hecho historia ayudando a consolidar la más importante reforma estudiantil en el Paraguay.

Entre los inventados padrinazgos por derecha e izquierda, la masiva movilización de los estudiantes universitarios –con su impresionante réplica a nivel secundario– continúa sacudiendo no solo a la estructura corrupta y dictatorial de la UNA, sino a la misma sociedad paraguaya.

Quienes se sienten amenazados por la primavera estudiantil, acusan que “es una movilización política”. ¿Y qué tiene de malo que lo sea? Solo con el verdadero sentido aristotélico de la política –la búsqueda del bien común– se puede construir una sociedad mejor, desde los espacios de la democracia participativa.

A diferencia de la práctica perversa que convirtió a las facultades en seccionales coloradas, comisarías policiales y antros de prostitución, en la actual revuelta estudiantil conviven pensamientos e ideologías diversas, que se enriquecen en el conflicto y las diferencias, construyendo una unidad social pocas veces vista en nuestra historia.

La lucha es de los estudiantes. Pero los que acusan tienen razón al señalar que hay fuerzas por detrás. Están los padres, las madres, los abuelos, emocionados de que sus hijos y nietos protagonicen el cambio que ellos no pudieron. Están los niños y las niñas, que crecerán seguramente con menos miedo y más conciencia. Y está la gente: toda una sociedad que ya había bajado los brazos ante la corrupción y la narcopolítica, y que hoy se da el lujo de volver a soñar con un Paraguay diferente.