Ciertamente la perspectiva regional y mundial no presenta un cuadro positivo de general expansión. Y es también una realidad que nuestro crecimiento económico no ha incidido suficiente para mejorar la situación de los estratos más vulnerables de nuestra población. Precisamente por ambos factores tenemos la responsabilidad de asumir, en la presente coyuntura, un mayor compromiso para encaminarnos hacia el desarrollo con inclusión social. Fórmula que representa un verdadero reto para todos los sectores de la nación, especialmente de los empresarios y del Gobierno.
Si aunamos esfuerzos y coordinamos planes e iniciativas entre las esferas públicas y privadas podemos aspirar a retomar un ritmo más elevado de crecimiento. Y ahora sí con el objetivo prioritario de que incida en una mejor redistribución de los ingresos, a fin de reducir la pobreza.
En el Club de Ejecutivos nosotros impulsamos justamente el diálogo sistemático entre los actores gubernamentales y del sector privado. Lo venimos haciendo con regularidad con la intención de encontrar coincidencias y de promover las colaboraciones concernientes para que nuestro país siga la senda del crecimiento sostenido con vistas a potenciar, también de manera sistemática y orgánica, un desarrollo integral.
Hay aportes sustanciales que podemos dar para responder con eficacia a esos dos grandes desafíos. Desde los distintos poderes del Estado y los entes públicos es menester un ritmo más acelerado en todas las gestiones que tienen que ver con el fomento de nuestra modernización y desarrollo. El Gobierno, en general, tiene que demostrar la capacidad de pivotar los esfuerzos necesarios para que avancemos hacia esos dos históricos procesos.
Y ya entramos, en este año de 2015, en esa etapa de acciones decisivas para las realizaciones de las obras que el país requiere. Desde la Administración Central hasta las gobernaciones deben verificar, con los hechos, que no se postergará más la ejecución del conjunto de programas destinados a mejorar la situación global del país. Ello, con idoneidad, seriedad y transparencia, incluyendo obviamente la honestidad. Actitudes y cualidades difíciles por las próximas elecciones municipales. Pero es de esperar que tanto el Ejecutivo como el Parlamento no se dejarán arrastrar por los intereses partidarios en descuido de sus inherentes responsabilidades al servicio del país.
Por nuestra parte, desde el sector privado, estamos obligados no solo a colaborar para cumplir con las exigencias tributarias y las responsabilidades sociales. Sobre todo, tenemos que revitalizar nuestras acciones para aumentar, exponencialmente, la producción y la productividad. Y en los diferentes ámbitos de la economía, con innovación y emprendibilidad. Si sabemos que no conviene la tendencia a aumentar la empleocracia pública, nuestro es el deber de crear y de mejorar las fuentes de empleo. De modo que nuestra contribución al sostenimiento de la expansión de la economía, con la mirada puesta en el desarrollo y en la calidad de vida de nuestra población, es un compromiso fundamental que, de ahora en más, debemos testimoniar realmente.
Así, todos juntos, solidariamente nos dedicaremos a mejorar la situación del país. Y para inaugurar una era histórica en el que el Paraguay salta por fin hacia el estadio de desarrollo emergente. Nada nos falta para eso, solo bastará nuestra inteligencia y voluntad.