Datos brindados por el Hospital de Trauma revelan que entre tres a cinco mujeres por día llegan al servicio de salud luego de haber sido agredidas con brutalidad. En la mayoría de los casos, las parejas son las agresoras.
En los últimos meses los casos de violencia contra la mujer y de feminicidios aumentaron, al menos en cuanto a hecho denunciados. Para el médico, este comportamiento social tiene que ver con una mezcla de hombres con algún trastorno y el modelo cultural que tenemos como país.
Sin embargo, dijo, la gente debe entender que la violencia intrafamiliar “no es solo una cuestión de género como muchos piensan, sino de poder”. Explicó que en la mayoría de los casos el varón es el agresor, pero que este comportamiento se da más allá del género de parte de quien, por alguna razón, se siente con poder y quiere someter a otros.
“Este tipo de conductas agresivas es aplicado por una persona con el potencial de ejercer ese poder. En este momento hay una mayor conciencia, la gente denuncia mucho más estos casos y por eso se conocen más”, dijo en contacto con Radio Monumental.
A criterio del profesional, en el país la ley del mbareté se ve hasta en el tránsito, es decir, allí incluso se distingue el tipo de persona que, pensando que tiene mayor poder, abusa de él.
“Es algo cultural porque guarda relación con la educación. Tenemos que hacer un esfuerzo por cambiar ello desde la raíz que es la educación; en la escuela y la casa. No es algo fácil”, recomendó.
A su criterio, esta situación de “abuso de poder” está ya muy instalada por lo que, si no se hace algo rápido, seguirá por al menos dos generaciones más.
“El dueño de casa, el macho, son denominaciones clásicas que deben ser modificados, caso contrario este mal seguirá arraigado”, confesó.