25 abr. 2024

La casa del Doctor Muerte tiene túneles y recintos subterráneos

VIDEO. Los amplios espacios bajo tierra revelan el propósito de ocultar actividades. ¿Eran para huir de sus perseguidores, o un lugar donde Mengele siguió con sus experimentaciones científicas?

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La casa donde vivió Mengele, con entrada a los subterráneos. | Gentileza

Por Andrés Colmán Gutiérrez y Narciso Meza
HOHENAU – ITAPÚA

Cámara y edición: César Orué

A un costado de la casa, debajo del amplio corredor que lo rodea, se abre un hueco hacia abajo, una boca negra que conecta a un largo túnel, que choca con varias puertas y da paso a amplias habitaciones en el subsuelo, con agujeros que permiten adivinar otras habitaciones secretas, del otro lado de las paredes. Se trata de una compleja red de pasadizos y recintos subterráneos.

Es uno de los detalles que más llaman la atención en la llamada “Casa del Doctor Muerte”, la vivienda que perteneció al poblador pionero inmigrante alemán Alban Krug, quien alojó allí al médico y el más buscado criminal de guerra y ex jerarca nazi, doctor Josef Mengele, a principios de los años 60.

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La entrada al tunel. | Foto: Gentileza

La vivienda, ubicada en lo alto de una verde colina, en Hohenau Cuatro, Caguarené, a 20 kilómetros al noreste del centro urbano, permanece inaccesible para la mayoría de los pobladores y visitantes, no solo por estar semioculta entre la vegetación, sino por seguir rodeada de un halo de misterio lúgubre, que inspira temor entre los lugareños.

“La casa donde vivió Mengele es como nuestro castillo de Drácula, en Hohenau”, compara una joven pobladora, hija de inmigrantes, quien asegura que sus padres y sus abuelos hicieron un “pacto de silencio” y se niegan a contar como y porqué llegó Mengele a vivir en la comunidad.

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Huecos en la pared. | Foto: Gentileza


HISTORIA.
Apodado El Ángel de la Muerte, el médico Josef Mengele es acusado de haber asesinado a miles de prisioneros judíos en el campo de concentración de Auschwitz, con quienes realizó experimentos genéticos.

Los investigadores más serios relatan que, luego de la Segunda Guerra Mundial, Mengele se refugió en Argentina, especialmente en Bariloche, de donde huyó cuando otro ex jerarca nazi, Otto Adolf Eichman, fue secuestrado por un comando israelí, en 1960.

El piloto alemán Hans Ulrich Rudel, ex oficial del ejército nazi, pidió a su amigo, el dictador Alfredo Stroessner -también descendiente de inmigrantes alemanes de Baviera y simpatizante del nazismo- que ayude a Mengele, dándole refugio en el Paraguay, según relató el célebre cazador de nazis, Simón Wiesenthal.

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EN PARAGUAY. No hay precisión de la época en que Mengele vivió en Hohenau, Paraguay, pero se estima que fue entre 1962 y 1965. Ya en 1959, la Corte Suprema de Justicia paraguaya le otorgó una carta de naturalización (A.I. Nº 809, del 27 de noviembre de 1959), pero seguía viajando a Argentina.
Las versiones apuntan a que Mengele primero se estableció entre la colectividad alemana en Altos, Cordillera, pero luego el propio Alban Krug -al que varios autores internacionales sindican como el jefe de un partido nazi clandestino en Paraguay, en aquella época-, le invitó a mudarse en su casa de campo, en Hohenau.

En Itapúa, Mengele se hacía llamar “doctor Fritz” y compartía con un reducido grupo de pioneros alemanes, miembros o simpatizantes del nazismo. Hay quienes dicen que seguía practicando la medicina entre sus amigos de confianza.

Los túneles subterráneos de “La casa del Doctor Muerte” aún guardan misterios que develar. ¿Fueron construidos para facilitar la fuga del Angel de la Muerte, o para albergar nuevos laboratorios, en donde prosiguió con sus aberrantes experimentos?

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“Mengele se salvó de ser capturado en el hotel Tirol”

La lluvia cae mansamente sobre la región de Hohenau Cuatro, Caguarené. Desde el interior del móvil de Última Hora, a través del amplio parabrisas, se observa la residencia rural en la que se ocultó el criminal nazi Josef Mengele, probablemente entre 1962 y 1965. Con ese escenario de fondo, realizamos la segunda parte de la entrevista con Reinaldo Becker Dietze, el hombre que aceptó romper un largo silencio y revelar todo lo que sabe sobre la presencia del Ángel de la Muerte en la región.

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Reinaldo Becker Dietze, con la primera publicación que hizo en 1985.

–¿Hay precisión acerca de cuánto tiempo vivió Mengele en Hohenau y en qué años exactamente?
–Muchos hablan de que vivió aquí entre dos a cuatro años. Vino de Bariloche, de Argentina, donde la organización estuvo tras sus huellas, después de que Simon Wiesenthal consiguiera capturar a (el criminal de guerra Otto Adolf) Eichmann, en Buenos Aires, Argentina...

–¿Eso fue lo que asustó a Mengele, y por eso buscó refugio en el Paraguay?
–Sí, allí Mengele salió de Bariloche y vino al Paraguay, le consiguieron un pasaporte...

–El famoso piloto (Hans Ulrich Rudel) le ayudó...

–Sí, acá en Asunción estaba Rudel...

–Que era muy amigo de Stroessner...
–Sí, era muy amigo del presidente Alfredo Stroessner. Rudel fue un famoso piloto en la Segunda Guerra Mundial.

–¿Él fue quien hizo las gestiones ante Stroessner para que Mengele venga al Paraguay?
–Exactamente, él hizo las gestiones, y Mengele estuvo en varias partes, acá en Paraguay.

–¿Qué cuenta la gente de Hohenau de esa época? ¿Cómo se movía Mengele? ¿Salía poco, tenía guardaespaldas...?
–Sobre eso, realmente, yo no tengo mucha información. Sé, por lo que me contaban, y porque me interesaba... cuando escuchaba algo, me interesaba en lo que se decía... que él inclusive trabajaba como doctor, se lo conocía como el señor Fritz, o el doctor Fritz, otros dicen el doctor Fisher...

–¿Esos eran los supuestos nombres que utilizaba...?
–Sí, él volvía a Asunción periódicamente, porque allá él tenía un círculo de amigos, en Asunción, donde iba periódicamente, y se movía en Paraguay, en distintos lugares...

–¿Era muy cuidadoso en sus movimientos, porque sabía que estaba siendo buscado?
–Exactamente...

–Mencionaste que a Mengele casi lo atrapan en el hotel Tirol (en Capitán Miranda, cerca de Hohenau).
–Sí, en el hotel Tirol. Supuestamente estaban ya por capturarlo, y él pudo escapar por la ventana. Y de allí es que tomó la decisión de ir al Brasil. Sabemos que después de finalizada la Segunda Guerra Mundial, muchos jerarcas nazis tuvieron cabida aquí en Sudamérica, especialmente en Argentina, a través del presidente Juan Domingo Perón, que les dio refugio, y se dispersaron por toda Sudamérica, y acá en Paraguay lo que sabemos concretamente es el paso de Mengele y de Martin Borman.

–¿Por qué para la gente de Hohenau este es un tema tabú, y muy pocos reconocen que en esta casa vivió Mengele?
–Yo creo que hay que ser consciente de que el pueblo alemán tiene, de alguna forma, esa mala conciencia de lo que pasó en la guerra...

–¿Es como un trauma que perdura todavía...?

–Es un trauma. La historia la escriben los que ganan la guerra. A mí me sorprendió cuando estuve en 1980 en Alemania y vi en la televisión documentales sobre el holocausto, escenas muy crudas que me impactaron, entonces consulté: "¿Esto, por qué se pasa acá?”, y los propios alemanes me dijeron: “Esto periódicamente nos muestran, para que no nos olvidemos, como pueblo, de lo que pasó”. Y tenemos mala conciencia, y nos sentimos culpables. Pero también atrás está la otra parte, la de los ganadores de la guerra, que de alguna forma al pueblo alemán le dicen “ustedes hicieron esto”, y la intención es recibir alguna indemnización.

La organización de Simon Wiesenthal, de Beate Klarsfeld, de todos los que buscaron a los criminales de guerra, buscan demostrar al mundo lo que pasó, entonces el propio Gobierno alemán, hasta hoy, a través de un programa llamado en alemán “Reparar lo hecho”, indemniza a todos los que fueron víctimas o sufrieron consecuencia por lo que pasó con el pueblo judío.
Yo pienso que seguramente todos harían lo mismo, porque realmente lo que pasó allí no debería haber pasado. Lamentablemente. Yo siempre digo que en la Guerra de la Triple Alianza a los paraguayos nos pasó lo mismo, fuimos los que perdimos la guerra, y fuimos los malos de la película, y también hasta hoy sufrimos las consecuencias.

–Hay una imagen estereotipada de que las comunidades de inmigrantes alemanes, como Hohenau y Obligado, tienen mucha presencia de ideología nazi. ¿A qué se debe?

–No, eso es un poco de mito. Los inmigrantes alemanes que vinieron al Paraguay lo hicieron mucho antes de la Segunda Guerra Mundial. El 90 por ciento son inmigrantes que llegaron primero al Brasil, y del Brasil vinieron al Paraguay. Otros vinieron directamente al Paraguay, antes incluso de la Primera Guerra. Lejos de la patria, seguían con el sentimiento de estar siempre interesados en lo que pasaba en Alemania. ¿Y por qué habían abandonado Alemania...? Por los problemas económicos, la hiperinflación, los problemas de la industria, no había trabajo, había hambruna... Entonces vinieron al Paraguay, se radicaron acá y empezaron a trabajar, pero siempre con el corazón en la patria que abandonaron... entonces hay una simpatía, un relacionamiento, y surgió en Alemania un Hitler que solucionó el problema del desempleo, de la inflación, reconstruyó Alemania, se convirtió en un país próspero y en una potencia.

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Una escuela alemana en Obligado, en 1937, con una bandera nazi y la cruz esvástica. | Foto: Gentileza

Hitler tenía también una forma de organizar a la juventud, a través de desfiles, de cantos, procurando el amor por la patria... un sistema parecido al de los boy scouts, y eso le gustó a la gente, y más a la gente que estaba en el exterior, que tenía su corazón siempre con los parientes que quedaron, o con la patria que abandonaron. Por eso se entiende que hubo una simpatía en todo el mundo. Nadie supo lo que realmente ocurrió en la guerra, recién al terminar la guerra saltaron las barbaries que ocurrieron. Por eso uno no puede decir que en las colonias hay nazistas, o que hay simpatía con los nazis.

–Probablemente hay simpatizantes del nazismo, como también quienes tienen una opinión crítica.
–Claro, siempre va a haber algún fanático, pero en general la gente no sabía lo que ocurrió, se enteró después por los diarios o todo lo que saltó a la luz. Yo creo que nadie puede querer que una cosa así suceda. El sentido común del ser humano no puede apoyar algo así.

–Hay interés por conocer la historia de que Mengele vivió en esta casa. ¿Qué habría que hacer con este lugar? ¿La comunidad de Hohenau debería asumir esta historia y darle más transparencia?

–Yo creo que sí, es una realidad que ocurrió. La comunidad de Hohenau debería aprovechar esto, y podría ser parte de un circuito turístico, “acá vivió Mengele, aquí pasó”. Es una realidad que no podemos negar. Sería cuestión de pensar, de organizar eso y de tener otro lugar turístico en nuestras colonias.

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