Pero si no sucedieran, seguiría el asfixiante statu quo, con las mismas viejas y dañinas formas de ejercer el poder. Cuanto menos ruido hay, mejor, así se sigue haciendo lo mismo, beneficiando el mismo sistema que tiene atrapado a este país en una perversa telaraña manejada por pequeños grupos.
La marcha campesina. Todos los años, la Federación Nacional Campesina realiza su tradicional movilización, esta vez con el lema El campesinado se pone de pie por una patria nueva. Una marcha que año a año inunda la ciudad para decir que en el campo siguen las mismas injusticias y que hasta hoy ningún gobierno ha logrado solucionar. Una movilización que lleva 22 años, elogiada por su disciplina y no-violencia, pero que por la repetición de la fórmula puede perder protagonismo y reducir su capacidad de presión para revertir los hechos. Pero más allá de los posicionamientos políticos y su eficacia social, esta marcha muestra esa herida abierta que sigue siendo la ausencia de una reforma agraria en medio del cada vez más posicionado agronegocio, las tierras malhabidas y la corrupción y la indolencia de los entes que deben atender estos asuntos. Las marchas así como las ocupaciones pacíficas o con visos de violencia como las de ayer son llamadas de atención de una cuestión pendiente, que requiere más que simples discursos que suenan al solo efecto de apagar el incendio.
el epp. La narcoguerrilla denominada Ejército del Pueblo Paraguayo sigue marcando la sangrienta ruta de su distorsionada lucha marxista. El Gobierno, a través de su ejército, no logró tomar la delantera. Siempre va detrás, como reacción luego de una acción violenta del grupo armado.
No solo no ha logrado bajas importantes del EPP, sino que miembros de este grupo han migrado y creado otra banda más sanguinaria denominada Agrupación Campesina Armada (ACA), y como si fuera poco ahora un grupo de delincuentes comunes pretenden emularlos en el Sur.
La Fuerza de Tarea Conjunta no tiene aún en su haber un operativo exitoso del que pueda jactarse para justificar los millones que se destinan para su mantenimiento.
La FTC apenas balbucea después de una acción violenta del EPP, que tras perpetrar sus asesinatos se pierde en la selva donde es amo y señor. Mientras, la población se atraganta con miedo que aplaca con el silencio y la paga sin chistar del impuesto revolucionario.
el narcotráfico. Después del asesinato del periodista Pablo Medina, que mostró cuán inficionado está el narcotráfico en todos los organismos del Estado, hay pocas noticias de acciones audaces de la Senad para luchar contra este flagelo. Ningún pez gordo ha caído desde entonces, apenas peones de esa cadena de mandos.
El EPP volvió a poner la nota en este tema con la ejecución de tres peones de una estancia, donde encontraron plantaciones de marihuana. Si el grupo no hubiese asesinado a esos peones, la Senad no hubiese encontrado el sitio. Como se sabe, muchas estancias de la zona o cultivan marihuana o prestan sus pistas de aterrizaje por una módica suma mensual para el exitoso despegue del tráfico de drogas, ante la vista gorda de los organismos estatales. Hace mucho que los organismos de inteligencia manejan que el negocio del secuestro no reditúa lo necesario al EPP y que para mantenerse en pie agregaron el rubro de la protección del narcotráfico, como las FARC. Este acuerdo se consolidó gracias a la protección de los delincuentes por parte de padrinos políticos, fiscales, jueces y policías corruptos.
El caso Medina nos reveló un cuadro de situación, pero poco se ha hecho para desmontar esa maquinaria sangrienta, que lentamente volvió a funcionar ante la menor desatención mediática. Aparte de Neneco Acosta, sospechosos y sospechados que tras el escándalo se agazaparon, pasada la tormenta y la indignación hoy vuelven a levantar cabeza y marcando pautas desde sus altos puestos.
Fonacide. Los escandalosos robos del dinero destinado a la educación bajo la administración de los intendentes hoy pasaron a segundo plano gracias a las internas. Los partidos nunca tomaron la delantera para castigar a los corruptos, al contrario, decidieron protegerlos. Las épocas electorales tienen el efecto mágico de la impunidad.
Si el Gobierno sigue con la reacción antes que la acción, estos flagelos seguirán consolidándose hasta convertir al país en Estado fallido. Y de allí, no hay retorno.