Asombroso, pero cierto. Una decisión acertada económicamente y sencilla. La pareja llegó en un transporte público, tímidamente ingresó a la Expo de la ciudad de Mariano Roque Alonso, el lunes, y tomó camino al stand del Registro Civil. La prensa los seguía como paparazzis. Toda una boda de novela fue la de Víctor Acosta Garay y Rossana Beatriz Núñez.
UNA NOVIA FELIZ
Muy tímidamente, como es costumbre de los novios, llegaron en transporte público hasta el local de Gisse Make Up, en la ciudad de Lambaré, para recibir uno de sus primeros obsequios: el peinado junto con el maquillaje. ¡Una novia debe de estar a la altura de la ocasión!
Fueron recibidos por un equipo que ya los aguardaba para la preparación y posterior sesión de fotos a cargo de Alan Osorio Fotografía, otro regalo más que recibió esta unión.
Rossana, por su parte, se dispuso a retocarse, con la sencillez que la caracteriza, pero con la magia que reflejaba en sus ojos a una mujer luchadora y con toda la actitud para llevar una vida de a dos junto con su ahora esposo, Víctor.
Mientras ella recibía las atenciones debidas, el novio se dispuso a conversar con ULTIMAHORA.COM, relatando cada paso de su vida y afirmando que Dios formó parte de esta decisión en sus vidas.
UNA VIDA DE MUCHOS SACRIFICIOS
Víctor García relató que si bien tuvo una infancia difícil, lejos del cariño de una familia, siempre tuvo el espíritu de un vencedor. Con lágrimas habló de aquellos tristes recuerdos que marcaron una etapa de su vida que hoy día solo forman parte de la memoria.
“Conocí al Señor cuando tenía 17 años. Tengo cuatro hermanos de madre y padre”, comentó.
Conocer a Rossana no fue coincidencia, pues según afirmó, la soñó dos veces para luego conocerla personalmente. La esposa, por su parte, acotó al relato que tres meses luego de haberse conocido, aquel 9 de octubre del 2016, decidieron dar un paso adelante con el matrimonio. Rossana dijo no haberse sorprendido, pero sí refirió que no dudó un instante en dar la respuesta: ¡Sí!
Mientras el tocado era terminado, Víctor se disponía a continuar con la historia, la cual parece no solo de novela, sino que está impregnada de la fe en un ser superior, el Señor.
“Cuando la conocí no dudé que era ella la indicada. La soñé dos veces cuando pedí que me mostrara (Dios) quién sería la mujer que me acompañaría en esta vida. A través de un amigo la conocí personalmente un día de oración. Ella no me hacía caso, hasta que también me soñó, entonces decidimos unirnos”, relató emocionado su testimonio de vida.
UNA SESIÓN DE FOTOS PARA EL RECUERDO
Antes de disponerse a ser modelos como los de catálogo, Víctor finalmente pudo ver a su amada con el tocado adecuado para la ocasión. No se contuvo y la abrazó. Rossana no se esperaba ese momento y, a pesar de su timidez, no pudo contener las lágrimas.
UNA MIRADA PARA SIEMPRE
Ambos, probablemente, nunca se miraron como en ese momento en el que posaban para las fotos, que posteriormente quedarían para el recuerdo de la preparación del evento que festejaría la unión de estos jóvenes de 24 años. Una mirada que marcó no solo el amor que se tienen, sino el respeto y el servicio a un ser superior.
Tan largas fueron las miradas que las sonrisas no pudieron contenerse. Hubo una mezcla de nervios, felicidad y timidez que perturbaron ese momento, que tenía como próximo destino la casa de la madre de la esposa, el lugar de la celebración.
Tras varios agradecimientos, tanto al equipo de Gisse Make Up como a los fotógrafos Alan y Yamila Osorio, se dispusieron a tomar rumbo a la fiesta: él trajeado y ella con el tocado, pero aún sin el vestido de gala.
LA CELEBRACIÓN DE LA UNIÓN
Cabe destacar que por el camino la pareja llegó hasta la propiedad de Mirna Litchfield, quien al conocer la historia de amor de los jóvenes decidió obsequiar el pastel de bodas que iba acompañado de un adorno de porcelana hecho por la hija de Litchfield. Todo un monumento que la novia, al verlo, exclamó: "¡Es tal cual como quería!”.
Aunque en cada boda la novia se hace esperar, esta vez fue la pareja la que se hizo esperar. Los invitados aguardaban ansiosos la celebración religiosa, oficiada por el pastor de la iglesia pentecostal, quien bendeciría los anillos y a los novios.
Sencilla, religiosa y carismática fue la ceremonia. Todos los presentes apreciaron el encuentro de una pareja que, a partir de ese día, abrirá un nuevo diario, en donde apreciarán la vida de forma distinta, de a dos, y en donde el verdadero objetivo, como lo afirmaron, será servir a los demás y llevar una vida de acuerdo a los designios de Dios.