Su rey es célebre por haber ideado el concepto de “felicidad nacional bruta”, que descansa en la conservación de las costumbres locales, el cuidado del medioambiente, el buen gobierno. El aislado reino ha apostado por un aperturismo, pero sigue firme en su voluntad de evitar el turismo masivo y preservar su identidad en torno a las tradiciones de la etnia mayoritaria, la “drukpa” (dragón) budista.
Esto le dijo el rey de Bután a un experto de la ONU.
“En Bután la mejor educación es la pública, pues solo así podemos asegurar que tanto ricos como pobres tengan igualdad de oportunidades. ¿Cómo esperar disminuir las desigualdades y mejorar la movilidad social si solamente los ricos reciben la mejor educación?”.
“¿Debiera de tener Bután medicina privada? Si la hubiera, habría un inmediato éxodo de profesionales de la pública a la privada. ¿Quiénes serían los más perjudicados? Los más pobres. Por lo tanto, no se autorizó la medicina privada. Así ricos y pobres tienen los mismos derechos a gozar de una salud digna y de calidad”.
En cuanto al desarrollo económico, al comienzo quería que Bután se pareciera a Singapur. Luego, descubrió que Singapur, en medio de su riqueza, iba empeorando en calidad de vida. Y comprendió que “no solo el progreso material era lo que importaba”.
El experto chileno de la ONU que le hizo al rey esta entrevista, Wenceslao Unanue, la cerraba con estas palabras: “Llevo una semana en Bután, y nada me ha sorprendido más que la visión y claridad de su rey sobre su país. Me mostró que las distancias entre Bután y Chile son no solo físicas. En Chile vivimos en otro planeta”.
Comparando Bután y Paraguay, desgraciadamente, vivimos en otra galaxia.