EFE
El máximo representante de la Iglesia Católica en Tierra Santa se dirigió a los cientos de fieles palestinos y llegados de todos los rincones del mundo que no quisieron perderse una de las conmemoraciones más importantes de la semana pascual, que mañana llegará a su fin.
“Después de un doloroso Viernes y un silencioso Sábado, la luz del Domingo de Pascua brilla de nuevo y la alegría estalla con la ruptura de un nuevo día”, clamó monseñor Twal durante la homilía en la que recordó a los olvidados, a los enfermos, ancianos y refugiados, y a todos los afectados por la guerra y la violencia.
Esta celebración es “para vosotros que aún podéis vivir la gracia de la Semana Santa pero no repartir buenas noticias por políticas irreflexivas y el fanatismo ciego”, dijo y lamentó el sufrimiento de los inocentes, con una mención especial a los familiares y las víctimas de los atentados de Bruselas de la semana pasada.
“Hoy el Señor nos invita a enterrar nuestros deseos mundanos, nuestras divisiones, hostilidades, falte de fe y amor, y nuestros egoísmos en su tumba, para poder renacer y ascender con Él a una nueva vida, una vida de misericordia (cf. Ep 4:22)”, deseó.
La misa sucedió a la ceremonia del fuego y del agua, acogida el Sábado de Gloria en el mismo recinto sagrado, tras la procesión del Vía Crucis el Viernes Santo que recorrió la Vía Dolorosa y culminó en este emblemático lugar para el cristianismo donde se alberga también el Monte Gólgota.