Tras las recientes declaraciones de Humberto Schiavoni, nuevo director argentino de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY) y, por ende, director ejecutivo, se confirma que el Gobierno de Mauricio Macri arrancó su gestión en la hidroeléctrica con una línea totalmente diferente, en comparación con la administración de los Kirchner.
Lo más básico que se puede esperar es que el mandamás rioplatense quiera convertir a la EBY en una empresa rentable y que Argentina sea bastante beneficiada con sus resultados. Que termine más beneficiada que Paraguay es justamente lo que nuestras autoridades tienen que tratar de evitar, si realmente buscan una participación ecuánime en el emprendimiento binacional.
El director Schiavoni manifestó de entrada que la deuda de la EBY con el Tesoro argentino está “distorsionada”. Puede parecer una frase escueta, pero en realidad es un gran avance para los intereses paraguayos si se tiene en cuenta que –en la última etapa de la administración de Cristina Fernández– el planteo principal era que el pasivo estaba compuesto por los aportes que hizo el país vecino para la construcción de la central, de aproximadamente USD 6.300 millones, más los intereses y actualizaciones que dejaban el monto total en torno a los USD 18.000 millones para el 2013, y que aumentó a USD 20.000 millones en los últimos meses de 2015, según las propias palabras del director paraguayo Juan Schmalko.
Schiavoni también remarcó que la represa de Corpus Christi, así como cualquier otro nuevo emprendimiento hidroeléctrico binacional, no forma parte de Yacyretá y, por ende, no se puede encarar bajo sus condiciones. Añadió que no se puede avanzar en esto hasta no haber solucionado el dilema de la EBY. Esto deja la cancha ideal para que Paraguay analice y redefina sus estrategias. Seguir planteando férreamente en la revisión del Anexo C (que se deben reanudar en breve), lo mismo que se planteó con el equipo de Fernández significará entrar con miopía a jugar el partido más importante que tendrá el país de aquí a los próximos años.
La necesidad (crisis) actual de Argentina es energética y por eso importa energía (en todas sus formas) de varios países del continente. Es previsible que busque la manera de generar energía hidroeléctrica limpia, renovable y, sobre todo, barata. Para ello precisa tener buenas relaciones con Paraguay de cara a las futuras obras. Además, nosotros también necesitaremos las centrales de Corpus e Itacorá-Itatí en el largo plazo. Es el momento para que el Gobierno paraguayo sea inteligente en sus acciones y piense en el futuro, no en un éxito político para dos o tres años.