12 dic. 2025

En medio del desastre, proliferan negacionistas del cambio climático

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Clamor. En medio de la desesperación, los afectados rezan para que termine este suplicio.

efe

La catástrofe climática que golpea el sur de Brasil incrementó la difusión de teorías conspirativas, como en videos de antenas y rastros de aviones viralizados en redes sociales.
“Lo que sucede en Rio Grande do Sul definitivamente no es natural. ¡Abramos los ojos!”, dice una usuaria de X.

Según ella, las inundaciones que mataron a al menos 126 personas y afectaron a casi dos millones son consecuencia de un ataque del HAARP, un proyecto que estudia las capas de la ionosfera mediante antenas ubicadas en Alaska, Estados Unidos.

Otros usuarios de redes publican imágenes de aviones cruzando el cielo de Rio Grande do Sul (sur), cuyos rastros consideran como la verdadera razón de las lluvias devastadoras.

Los contenidos convergen en una teoría conspirativa que niega el cambio climático y, al mismo tiempo, culpa a gobiernos e instituciones científicas de supuestamente orquestar “tragedias planificadas”.

Las publicaciones, que suman cientos de miles de interacciones en las redes sociales, ignoran el consenso científico sobre las causas de la catástrofe y su fuerte conexión con el calentamiento global.

Carlos Nobre, coordinador del Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología para el Cambio Climático (INCT), enumera causas científicas específicas: un sistema de baja presión que, al ser bloqueado por otro, de alta presión, en el centro-oeste y sudeste del país, provocó que frentes fríos se mantuvieran en la región y provocaran lluvias históricas alimentadas por un flujo de vapor de agua proveniente del Amazonas.

El calentamiento agravó la situación: “La atmósfera más cálida almacena mucho más vapor de agua, lo que alimenta episodios de lluvia más frecuentes e intensos que generan desastres como este”, señala.

El Gobierno coincide: el presidente Luiz Inácio Lula da Silva declaró que la tragedia es una “alerta” del planeta.

Su postura contradice la de su predecesor, el ultraderechista Jair Bolsonaro, cuyo gobierno relegó las cuestiones climáticas.

Una encuesta del instituto Quaest mostró que un 99% entre 2.045 encuestados cree que el cambio climático se relaciona con al menos un poco con los eventos en Rio Grande do Sul.

Pese a ello, las narrativas conspirativas que anteriormente no encontraron resonancia en el entorno digital brasileño tomaron fuerza.

Los usuarios repiten conspiraciones compartidas –y desacreditadas– durante años en Estados Unidos, como la teoría de los “chemtrails” y descontextualizaciones sobre el proyecto HAARP.

Esas corrientes argumentan que el Gobierno utiliza aviones para esparcir sustancias químicas a la atmósfera que, a su vez, serían activadas por poderosas antenas en Alaska, alterando el clima y provocando desastres naturales.

Las afirmaciones sobre los “chemtrails” (en inglés, ‘estelas químicas’) de los aviones ignoran procesos ya explicados: los motores de las aeronaves dejan rastros de condensación del vapor de agua presente en la atmósfera, además de liberar partículas como hollín y contaminantes.

Las antenas en Alaska son parte del Programa de Investigación de Auroras Activas de Alta Frecuencia (HAARP) de la Universidad de Alaska Fairbanks, que estudia la ionosfera mediante la transmisión de frecuencias y, según la institución, sin capacidad de controlar o manipular el clima.

Como innumerables meteorólogos y climatólogos contactados por la AFP a lo largo de años, Nobre dice que la teoría sobre HAARP “carece absolutamente de sentido físico”.

“No hay manera de que un instrumento en la ionosfera pueda hacer que los eventos meteorológicos sean más extremos”, del mismo modo que esto “no podría cambiar el clima en Alaska”.

Raquel Recuero, coordinadora del Laboratorio de Investigación de Medios, Discurso y Análisis de Redes Sociales de la Universidad Federal de Pelotas, en Rio Grande do Sul, explica que el contenido conspirativo es importado y traducido por grupos organizados, “probablemente en busca de una audiencia, monetización e influencia”.

Esas teorías proliferan al ofrecer explicaciones para un fenómeno que asusta y preocupa, señala.

Las ideas logran arraigarse, “porque mezclan su discurso con otros elementos que ya importan a la gente”, como el “discurso político y religioso”.

Pese a que las teorías refuerzan creencias conservadoras y extremistas, Recuero afirma que no es posible relacionarlas con un movimiento político singular.

Según ella, está en juego la confianza en los pilares democráticos, socavada por ataques a las instituciones, autoridades gubernamentales, científicas y a la prensa, tachadas de opuestas a la verdad.

Por tanto, el principal reto sería “sensibilizar a la población sobre lo que está pasando, y una educación mediática para que pueda entender qué es verdad y qué es falso”.

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Inédito. La ciencia explica que el choque de baja presión con otra alta desató la inusual lluvia.

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