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La empresaria estuvo en el país para brindar una serie de conferencias magistrales durante el Primer Congreso Internacional de la Moda realizado en Asunción. En medio de su intensa actividad tomó una silla y, con la practicidad que le caracteriza, Yanina se dispuso a comentar su experiencia en el extranjero, la inspiración que le dio su embarazo para incursionar en la moda infantil y crear Aravore, que hoy es la marca de niños de mayor preferencia en el mercado lujo.
–¿En qué momento surgió la exploración en el extranjero?
–Siempre me interesó estudiar y conocer el mundo. Todas las veces salí a estudiar con becas porque quería que las cosas me salgan gracias al esfuerzo. Mi primer viaje al extranjero fue a mis 16 años, fui a estudiar bachillerato internacional. Estudié también culturas asiáticas y chinas, obtuve la licenciatura en Sinología, me interesaba mucho el arte de los países emergentes. Luego seguí economía en la Universidad de Londres.
–¿Como empezó su experiencia en la moda infantil?
–Empecé en el 2004 cuando me embaracé. Necesitaba hacer un cambio, porque tenia una vida muy ajetreada. Viajaba mucho por trabajo, y eso no era compatible con hacer una vida en matrimonio. La vida en Londres es superacelerada y uno está siempre yendo y viniendo, y yo quería algo diferente, que me permita pasar más tiempo con mi bebé que iba a nacer pronto. Ahí empecé a mirar el mercado de ropa de niños. El embarazo fue la inspiración para iniciar el proyecto, que hoy está dando sus frutos. Ya había trabajado en el mercado de la moda antes, hacía asesorías a empresas como GAP, pero el deseo era hacer algo en Paraguay y mantener un lazo con el país, seguir conectada un poco más allá de la familia. Con mi hermana Nora investigamos opciones e ideas y así surgieron las cosas.
–¿Cómo llevaron a la práctica el emprendimiento?
–De entrada habíamos pensado en la sostenibilidad, queríamos hacer una empresa que esté compenetrada con el medio, con el ambiente, con lo social, no queríamos crear una empresa por el solo hecho de crear. También queríamos que tenga un elemento de diseño muy fuerte, la estética era muy importante para nosotros. El objetivo siempre fue crear algo innovador, pero más que nada un producto que se termine aquí en Paraguay y que después sea exportado al resto del mundo.
–¿Cuánto tiempo llevó la primera salida al mercado?
–Nos tomó dos años tener un producto que se pueda presentar. Ya en el 2004 empezamos a trabajar con la idea y la marca, pero recién en el 2006 lanzamos la primera colección. Sacamos un aviso en el diario para contratar personas con conocimiento de croché, de tejido, de costura, eso fue lo que más tiempo nos llevó. Tardó el entrenamiento para conseguir fabricar varias muestras, hicimos muchos ensayos de productos hasta tener algo que sea realmente de la calidad que se necesita para exportar. No fue rápido, pero logramos y hoy estamos entre los 15 exportadores de Paraguay y somos los únicos que exportamos productos terminados con marca propia.
–¿Cuánta gente hoy trabajan con Aravore?
–Tenemos cerca de 10 personas en nuestro atelier principal y tenemos unos cuantos asociados a pequeños talleres que apoyamos a crear y hoy otra vez ellos dan trabajo a otros costureros, porque tienen mucho volumen de producción. Formamos 30 personas a un nivel bien alto, un par de personas fueron y armaron su propio taller y ahora ellos mismos dan empleos a otras personas.
–¿Siguen haciendo toda la producción en Paraguay?
–Sí, todo hacemos acá. Hay un equipo, la moldería, que transforma el diseño en productos. La materia prima compramos acá, que es el algodón orgánico. Del diseño me encargo yo, pero no significa que no pensemos en profesionales paraguayos más adelante. Tenemos alianzas con empresas como Pilar, donde hacemos las telas con hilos orgánicos. Los insumos para detalles son los que importamos, pero todo de países de la región.
–¿Qué desafíos tiene hoy el emprendedurismo?
–Hay que tener los ojos bien abiertos para trascender en el mundo. Siempre traté de entender de que el mundo es más grande fuera de Paraguay, pero no está separado sino unido. Así también, la moda es global, uno puede pensar en vivir aislado, pero hay que pensar en ese mundo grande con el que estamos conectados.
–¿Cómo pueden los emprendedores paraguayos trascender en el mundo?
–Aquí falta saber cómo armar una marca, cómo desarrollarla y relacionarla a la marca país, al valor que tiene Paraguay. Esto significa pensar estratégicamente a mediano y largo plazo. Tener esa visión a largo plazo que le permita a uno entender hacia donde está yendo. En el país se lanzó la marca país del sector textil, que tiene que ver con la idea de sentir Paraguay, esa es una ventaja interesante. Uno tiene que ver las cosas tangibles del país, pero también observar las cosas intangibles: la cultura, la música, el espíritu. Hacer una combinación de las dos cosas y proyectar un concepto que se englobe en una marca. No se puede proyectar una estrategia en cosas que no existen. Y acá existen muchas cosas para ofrecer, para aprovechar. Hay recursos naturales, gente joven, hay mucha vitalidad, mucha juventud, eso es muy vendible. Pero lo más importante es comprender que el proceso siempre está lleno de altibajos; de repente uno tiene que dar pasos atrás. Las cosas nunca funcionan recto, nunca es un camino fácil y eso cualquier empresario, persona que se proponga empezar un proyecto, tiene que tener bien claro.