06 jun. 2025

Atmósfera de violencia

Susana Oviedo – soviedo@uhora.com.py

La aficionada cerrista que el domingo pateó a una chica y empujó a la acompañante de esta al pasar, tras salir del estadio donde se había jugado el tradicional clásico Olimpia-Cerro, pensando que podía escudarse en el anonimato y en la impunidad, ahora pide disculpas.

Por supuesto que esto ni significa que está arrepentida ni que reconoce su error, sino que es una salida a la que echa mano para zafar la responsabilidad de rendir cuenta de su irrespetuosa conducta ante la Justicia. Y es que gracias a que alguien registró su desubicada y agresiva acción, pudo ser identificada, lo que la expuso a una denuncia por parte de los padres de las jóvenes que la belicosa hincha escogió como blanco, solo porque vestían distintivos del club contrario.

A muchos puede resultar un caso leve considerando el grado de violencia al que nos tienen acostumbrados los barrabravas, con sus saldos de muertos y heridos.

Sin embargo, es absolutamente irracional y peligroso que cada vez más la gente actúe como si no hubiera reglas mínimas de convivencia. Como si nuestra sociedad haya optado por la impunidad y la barbarie y nadie se siente impelido a asumir las consecuencias de sus actos.

Otra secuela de la falta de imperio de la justicia en el Paraguay y de la profunda corrupción de la que no logra sacudirse el Poder Judicial que ha dejado y deja libres a tantos corruptos de fuste que desangraron al país. El Poder Judicial no goza de credibilidad ni respeto.

Además, el desapego a las normas está tan extendido que se expresa en todos los ámbitos: en la familia, en el tránsito, en las instituciones educativas, en las instituciones del Estado y hasta en cuestiones mínimas como el respetar la fila y aguardar el turno en la carnicería del supermercado.

Es tan común esto, que la gente lo consiente y actúa indiferente cuando nota que alguien está faltando a las reglas, se sobrepasa, comete abusos y actúa con prepotencia.

En este contexto social, que crea una atmósfera de violencia en el día a día, desde el lenguaje hasta en el relacionamiento con los demás y con el medioambiente, es tan reconfortante constatar que todavía hay gente que se indigna y que reclama justicia. Como quienes pidieron que se impute a la señorita de las patadas, como a las personas que ataron a un vehículo a un perro y lo arrastraron hasta provocarle la muerte.

O aquellos que tomaron con preocupación el que un adolescente de un colegio asunceno se divierta torturando y matando sapos, mientras otros lo filman y celebran la hazaña. También es esperanzador que un tribunal condene al ex futbolista Carlos Aquiles Báez por incitar a sus fans por medio de un audio a agredir a los hinchas del club contrario al suyo. El desafío es que el respeto al otro sea la regla y no la excepción.