Por Sergio Noe
Con un emotivo despliegue escénico, musical y acrobático, la puesta Amaluna de la compañía canadiense Cirque du Soleil se estrenó anoche en el Puerto de Asunción, con masiva concurrencia del público.
En un claro desafío a todos los sentidos y las emociones, la puesta traslada al espectador a un mundo mágico gracias a una suerte de hechizo visual y auditivo.
Con sorprendentes contorsiones gimnásticas de nivel olímpico y una banda femenina de rock en vivo, se presenta una impactante historia que derrocha amor, pasión, lucha, intensidad y femineidad, dejando al espectador cautivado durante dos horas de show que se vuelven imperceptibles.
La puesta atrapa visualmente por sus performances arriesgadas desde un inicio y se mezclan con danzas colectivas y momentos jocosos –que quiebran la tensión por momentos–, para sostener con maestría el hilo conductor de la historia.
Tanto Próspera –la reina de la isla mágica gobernada por diosas– como su hija Miranda, se entrelazan con los diversos personajes que tejen la trama, protagonizando acrobracias variadas ataviadas de vestuarios coloridos y de extraordinaria belleza.
La madre contempla a su hija Miranda, una hábil contorsionista y balancista que se embarca en su camino a la adultez atravesando desafíos acrobáticos, entre ellos su espectacular danza en el aro aéreo y la cuenca de agua que dejan atónitos al público.
En el camino, Próspera desata una tormenta, que trae a la isla mágica un grupo de hombres jóvenes. Allí inicia una épica y emotiva historia de amor entre Miranda y el joven Romeo, quien luego sorprende por sus habilidades en el dominio del baile de la barra –que generó gran suspenso–, y la escena de trampolín que comparte con diestros artistas.
Sin embargo, Cali –un ser mitad humano, mitad lagarto– cela del amor de los jóvenes, y lucha por obstaculizar su feliz unión. Así, las dificultades aumentan y se propicia un extenso desfile de sorprendentes acróbatas y danzas colectivas con destrezas magníficas que dejaron boquiabiertos a la platea. Una grata sorpresa llega con la equilibrista que desafió la gravedad sosteniendo en el aire trece hojas de palmera de frágil equilibrio. Y ante un inédito clímax, con danzas mágicas y espectaculares, la ovación se hizo sentir ante los masivos aplausos del público.