Los agricultores pidieron una audiencia con el presidente de la República, Santiago Peña, con el fin de poder discutir medidas que aseguren un precio justo y sostenible, así como políticas de apoyo que les permitan mejorar sus condiciones de producción. Entre las propuestas se mencionan, acceso a créditos blandos y asistencia técnica para mejorar la calidad del producto.
El principal problema es la falta de un marco regulatorio que fije o delinee el tema del precio por la hoja verde, situación que es aprovechada por los industriales yerbateros, que según denuncian, están pagando lo que ellos quieren. Los pequeños productores aseguran que en la actualidad se les está pagando G. 1.200 por kilo en los secaderos, precio que ni siquiera les permite salvar el costo de producción.
Dentro de esta larga lucha de los pequeños yerbateros, el tema precio fue siempre la piedra en el zapato. En ese sentido, según las estadísticas, en el 2014 la hoja verde tenía un precio de G. 1.920; la yerba canchada, G. 6.350, y la yerba elaborada estaba a G. 12.500 el kilo.
Sin embargo, a hoy, 11 años después, los productores están recibiendo Gs. 1.200 por kilo de la hoja verde y 6.000 por la yerba canchada, cuando que el precio de la yerba elaborada el consumidor se está pagando a G. 20.000 el kilo.
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Desesperados por la situación
Ante esta situación, que consideran una estafa al pequeño agricultor, los productores de yerba decidieron viajar a Encarnación para manifestarse y hacerse escuchar a las autoridades de turno.
Al respecto, Manuel Medina, de San Rafael del Paraná, uno de los dirigentes yerbateros, manifestó que están desesperados por la situación que están pasando. “Nadie pide precio al Gobierno, solo pedimos que, a través de las instituciones correspondientes, los mecanismos de aplicación estén con nosotros, porque tenemos la ley del Estatuto Agrario que en el artículo 25, inciso g, dice claramente que el Gobierno no puede abandonar a su productor y que tiene que estar presente entre el productor y acopiador, para que la comercialización sea justa. Si esa ley no conoce el Gobierno, tenemos que enviarle un mensaje, que lea el Estatuto Agrario el presidente de la República y sus ministros, que se cumpla esa ley y que esté con nosotros el Gobierno en la época de negociación, que es en mayo y junio, donde se empieza a negociar con los industriales”, señalo.
“Pero la única verdad, es que estamos totalmente abandonados por las autoridades del Gobierno. Acá estamos frente a la gobernación, que tiene su Secretaría de Agricultura, que debe estar presente con nosotros para que hagan un estudio del costo de la cadena productiva, para que la torta se reparta mejor. Con esta manifestación, lo que buscamos es que se conozca en el mundo la situación que estamos pasando por culpa de un Estado ausente. Nosotros queremos que se pague un precio justo, que se pague lo que se tenga que pagar, que los secaderistas también reciban un precio justo, porque ellos también son una cadena débil como nosotros. Si los secaderos reciben buen precio, por añadidura los ojeros también recibiremos mejor pago”, añadió.
Según indicó el dirigente yerbatero, actualmente la yerba canchada tiene su precio de G. 6000 el kilo y la hoja verde, puesto en secadero, G. 1.200 el kilo, de los cuales hay que pagar G. 200 el kilo, por flete, y G. 300 el kilo por tarefa, quedándoles solo G. 600. “Eso es una barbaridad, una vergüenza para el productor y debería ser también una vergüenza para los gobernantes”, señalo.
Enviaron mensaje a Santiago Peña
“Nosotros mandamos un mensaje al presidente de la República y dijo: ‘yo no sé nada de yerba mate’, y que renuncie entonces sino sabe nada. Para eso está su ministerio, porque no manda a sus técnicos si él no sabe”, sentenció Medina.
“Cómo si toma mate, cocido y tereré, no va a saber de la yerba mate. Entonces, no sabe ni lo que come este presidente viajero. Que mande sus técnicos, nosotros estamos desesperados porque sabemos que el plan 20-30 es la desaparición de la agricultura familiar campesina”.
“La agricultura familiar campesina no puede desaparecer porque es una estrategia nacional, porque produce alimentos. Nosotros producimos alimentos para 100 millones de personas y nuestro país tiene solo 6.500.000 habitantes. Sin embargo, la mitad de lo que producimos se funde, quiere decir que estamos en un Estado fallido”, agregó el yerbatero.
Aseguró que esa es la preocupación que tienen, porque actualmente los productores están echando su plantación de yerba para dar paso a la expansión de la soja transgénica, que es dañino para la salud. “Estamos muy mal. Estamos pidiendo socorro y gracias a ustedes mucha gente va saber nuestra situación”, añadió.
Cabe resaltar que los productores yerbateros están agremiados a la Federación de Productores Yerbateros del Nordeste de Itapúa (FEPYN), a través de la cual solicitan la reglamentación de la industria, acuerdo entre todos los sectores involucrados y la aprobación de un proyecto de ley que beneficie a los productores y trabajadores de la yerba mate.
Buscan además concienciar
La yerba mate es un cultivo emblemático en la región y su producción es fundamental para el sustento de muchas familias. Sin embargo, en los últimos años, los productores han enfrentado una caída abrupta en los precios que les impide cubrir los costos de producción. Los productores denunciaron que las grandes empresas acaparan el rubro y fijan precios que no condice con el costo real de producción, lo que le esta llevando a situaciones críticas.
La medida de fuerza, no solo busca llamar la atención del Gobierno, sino también generar conciencia sobre la importancia del sector en la economía de miles de familias. “La yerba mate no es solo un producto, es parte de nuestra cultura y nuestra identidad”, señalo Felipe Ojeda, presidente de la Asociación de Productores Yerbateros.
Ojeda agregó que la lucha por un precio justo para la yerba mate y que es un tema que trasciende lo económico; es una cuestión de dignidad para los pequeños productores de Itapúa, que ven en este cultivo no sólo una fuente de ingresos, sino una herencia cultural que desean preservar para las futuras generaciones.