19 ago. 2025

Venganza, justicia y azar en “La muerte lenta de Luciana B.”

Denver, 27 jun (EFE).- Venganza, justicia y azar figuran en la novela “La muerte lenta de Luciana B.”, del argentino Guillermo Martínez, una novela que se encuentra incómodamente entre el relato policial y el filosófico.

¿Es esencialmente la venganza humana y la justicia divina? ¿Hay un plan magistral detrás de toda ocurrencia aparentemente casual? ¿Qué aritmética rige la equivalencia entre crímenes y castigos?


El escritor argentino Guillermo Martínez (archivo) es el autor de¨La muerte lenta de Luciana B.¨, un relato entre policial y filosófico. EFE | Ampliar imagen

Estas son las preguntas que salen a flote al leer “La muerte lenta de Luciana B.”.

Publicada con gran éxito el año pasado en Latinoamérica y Europa, la novela acaba de salir al mercado estadounidense por el sello Rayo de HarperCollins.

En ésta, dos escritores le dictan sus relatos a una hermosa joven, la Luciana del título, quien termina cautivándolos supuestamente sin habérselo propuesto.

No se trata realmente de un triángulo amoroso, aunque ambos escritores intentan pequeños avances hacia ella y se celan el uno del otro.

La joven, quien se había criado en un ambiente estricto y al parecer religioso, se ofende gravemente y renuncia.

Animada por su madre, Luciana recurre a una demanda por acoso sexual a uno de ellos, Kloster, lo cual pone en marcha una serie de infortunios para este escritor y eventualmente para la misma Luciana.

La novela comienza cuando ya han pasado 10 años y Luciana ha perdido a su novio y, uno a uno, a casi todos los miembros de su familia en una serie de extraños accidentes que no vacila en atribuir a un Kloster sediento de venganza.

Luciana acude entonces al otro escritor, quien la encuentra transformada tanto física como mentalmente en un ser destruido por la paranoia y por el remordimiento.

Enloquecida, la joven le ruega que interceda con Kloster y detenga el tren de la muerte que está segura se avecina hacia ella.

La trama, con su simetría de infortunios y desgracias, está entretejida magistralmente, simulando tanto el azar como la causalidad y asegurando la atención del lector, quien avanzará sus propias teorías con la lectura.

Sin embargo, la bien tejida trama parece a veces un mero pretexto para la oposición de dos estéticas que corresponden que avanzan los escritores en conflicto.

Aferrarse a una estética u otra resultaría en lecturas opuestas de los hechos que presenta la trama.

También se presenta otro elemento, el de una escritura primordial, creadora, que desencadena la serie de desgracias sobre Luciana.

En su versión de los hechos, Kloster revela que escribe una novela secreta, a modo de rezo, en la cual elabora el castigo que le impondría a Luciana si pudiera castigar “como un dios.”

El dios que escoge de modelo, sin embargo, no es otro que el del antiguo testamento quien, según las citas de la Biblia anotada de Scofield en el texto, no se conforma con ojo por ojo, diente por diente, e imparte una justicia desigual, un castigo siete veces mayor por la muerte de alguien.

Según afirma el personaje, todo lo que le ocurre a Luciana ya lo había escrito antes en su novela secreta.

Estos ecos borgesianos son quizás los responsables de una cierta desilusión al final, tras haber imaginado varios desenlaces posibles que satisfacieran una lectura cuidadosa aunque plenamente placentera.

Queda ver lo que hará Adolfo Aristarain con el final en la versión fílmica de la novela.

(Martínez, Guillermo. “La muerte lenta de Luciana B.” Nueva York, Rayo, 2008). EFE