La muestra itinerante, denominada Los libros perdidos de Roa Bastos, recopila unos 150 libros e innumerables notas escritas a mano por Roa Bastos mientras daba forma a su obra maestra, Yo, el Supremo, publicada en 1974.
“Son libros que él ha consultado para (...) escribir Yo, el Supremo. El Supremo lo escribió durante muchos años, lo terminó en el 74", dijo la hija y directora de la Fundación Roa Bastos, Mirtha Roa.
Los visitantes pueden contemplar anotaciones y dedicatorias para acercarse a la mente brillante del escritor, ganador del Premio Cervantes 1989 y máxima figura de la literatura de Paraguay.
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Los documentos aparecieron en Buenos Aires, en 2020, y fueron entregados dos años después a la familia del autor.
Algunos de los ejemplares recuperados pueden observarse en las vitrinas del salón de lectura de la Biblioteca Municipal Augusto Roa Bastos, en la capital paraguaya, hasta el próximo 23 de agosto.
Los libros y documentos, relató Roa, permanecían en una mesa en la residencia del destacado autor en Buenos Aires antes de su exilio en Francia durante la dictadura militar en Argentina (1976-1983).
En ese “gran tablón”, como ella lo describe, Roa Bastos tenía todo lo que “iba leyendo, las cosas que consultaba, que marcaba, que leía, que anotaba”.
También guardaba cartas que recibió de escritores de la época, en la década de 1970, que formaban parte de ese “mundo” literario.
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Mirtha Roa indicó que algunos ejemplares de la extensa biblioteca de su padre fueron llevados a Venezuela, donde emigró su familia mientras él trabajaba en Francia, aunque una parte significativa se quedó en la capital argentina.
El escritor no regresó a reclamar sus tesoros literarios, y al enfrentar dificultades financieras, se vio en la necesidad de ceder su antigua residencia. Fue por ello que su extensa colección de libros fue trasladada a un depósito e incluso su hija no descarta que fuera a parar a un contenedor de basura.
Los libros y textos fueron descubiertos por Celina y Gastón Brittez, una familia argentina que reconoció su valor histórico y artístico.
Tras ser identificados como propiedad de Roa Bastos, fueron donados por los Brittez a través de la Embajada de Paraguay en Argentina a la familia del autor.
Al término de esta exhibición, la familia de Roa Bastos contempla la posibilidad de llevar este legado al Instituto Cervantes, en Madrid.
La intención —según Mirtha Roa— es que esta muestra repose en la bóveda de la Caja de las Letras.
“En principio, vamos a seguir mostrándolos todavía por todo este año” en Paraguay, comentó Roa, quien señaló que la familia ha decidido dejar esta idea “para más adelante”.