18 may. 2025

Tu prójimo es tu próximo

Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y fue atacado por ladrones. Lo golpearon, le robaron todo y lo dejaron medio muerto al borde del camino. Pasó por ahí un sacerdote, lo vio y siguió de largo. Luego pasó un levita (otro líder religioso), y también lo evitó. Finalmente, pasó un samaritano, alguien que en el contexto judío era considerado un enemigo. Sin embargo, fue él quien se detuvo, sintió compasión, curó las heridas del hombre, lo llevó a una posada y pagó para que lo cuidaran.

Esta es una de las parábolas más conocidas de Jesús: La del Buen Samaritano, contada como respuesta a la pregunta de un experto en la ley mosaica: “¿Y quién es mi prójimo?”. Si llevamos esta enseñanza más allá del plano personal, ¿cómo podríamos aplicarla en el mundo del trabajo?

En ADEC creemos en las grandes oportunidades que hay de amar al prójimo desde una empresa. Porque esto no está limitado a espacios religiosos. En la parábola, quienes tenían un rol espiritual pasaron de largo al hombre herido. Quien ayudó fue alguien sin estatus religioso.

Al igual que aquel buen samaritano, los empresarios contamos con recursos y con la vocación de solucionar. Vemos a otro ser humano en necesidad y eso es suficiente para tomar acción, sin mirar la etnia ni la religión (en el contexto de la época de Jesús, los samaritanos eran considerados por los judíos como enemigos, y existía una profunda división y prejuicio entre ambos grupos).

Hoy día, ¿quién es mi prójimo? Es esa persona que está cerca, en tu camino, en tu equipo de trabajo, en la sala de espera, en tu barrio; es tu colega, son tus clientes, es tu proveedor. No hace falta ir lejos. Tu prójimo es tu próximo.

¿Y qué podemos ofrecer a nuestro entorno? Tres cosas: Atención, tiempo y recursos. Desglosemos un poco más.

Atención es notar que hay alguien en el camino que necesita ayuda. Es mirar con intención, porque pasan desapercibidos.

Tiempo es abrir espacio en nuestras agendas. Amar al prójimo puede sentirse como una “interrupción a nuestras rutinas”, o como algo intencional, como parte de un programa bien organizado, o de un voluntariado. En ambos casos, requerirá de disposición. De detenernos… y acompañar.

Recursos no siempre es sinónimo de dinero. También pueden ser habilidades, red de contactos, apoyo logístico, conocimientos. Quizá no sepamos cómo “suturar heridas”, pero sí sabemos de canalizar soluciones.

Desde ADEC somos pioneros en promover las prácticas de responsabilidad social empresarial en Paraguay. Si nos fijamos en la etimología de la palabra, responsabilidad significa responder. Y la verdadera esencia de toda esta historia radica en no pasar de largo, sino en ver y responder. Al hacerlo, no solo impactamos la vida de los demás, sino que también enriquecemos la nuestra. Así que, ¿quién es tu próximo?

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