Lida Duarte @lidaduarte en Twitter
El gobernador del departamento de San Pedro, Vicente Rodríguez, recordó con nostalgia la época del “oro blanco”, el orgullo de los sampedranos.
Explicó que cuando aún estaba en auge la producción el algodón se cosechaban unos 3.500 a 4.000 kilos por hectárea, y los productores ya tenían un precio de referencia que les indicaba si era o no propicio cultivarlo en determinadas épocas. Pero en la década de los 90 la producción fue cayendo progresivamente. “Desde que cayó el algodón, San Pedro ya no tuvo otro rubo para sustituirlo”, lamentó.
En la colonia Andrés Barbero se mantienen unas 300 hectáreas y los productores elaboran las fibras para un mercado que ya tienen asegurado.
Rodríguez comentó que para la cosecha solo se paga G. 1.000 por kilo y ahora el rendimiento solo alcanza 2.000 kilos por hectárea como máximo.
Los bajos beneficios hicieron que en los últimos 26 años la gente dejara de dedicarse al rubro y los padres que querían un mejor futuro para sus hijos los enviaban a la ciudad, pero fueron asentándose en los cinturones de pobreza. Una de las causas, según el gobernador, es que los jóvenes no estaban calificados para los puestos de trabajo.
La Federación Nacional Campesina (FNC) había reclamado en su marcha la semana pasada la eliminación de la producción algodonera por falta de asistencia del Estado. Hasta hace pocos años habían intentado cosecharlo, pero la mayor parte del cultivo se perdió por falta de tubo mata picudo que servía para proteger a las plantas de las plagas.
Otros rubros y los factores climáticos
Durante los gobiernos de Alfredo Stroessner el desarrollo se concentraba en Encarnación y Ciudad del Este, ex Puerto Presidente Stroessner, “el Norte se quedó un poco olvidado”, expresó Rodríguez.
Comentó que la agricultura se vio afectada en los últimos años por las heladas, sequías o constantes lluvias. En el rubro del sésamo se cosechaban hace dos años entre 700 y 800 kilos por hectárea, pero últimamente se redujo a 200 kilos por hectárea. “Ahora mismo nuestros productores no tienen nada que vender”, se lamentó el jefe departamental.
Mencionó que el bajo precio del sésamo en el mercado no incentiva a los productores, atendiendo a que no retribuye lo que se invirtió.
En cuanto a la agricultura familiar, comentó que los empresarios van comprando territorios y arrinconando a los más pobres. Aseguró que estos sectores más desfavorecidos son asistidos por la Gobernación y el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), entre otras instituciones, aunque admitió que nunca es suficiente.