Desde la conformación de las listas de candidatos y el mecanismo electoral hasta la incorporación de la figura de la “revocación del mandato”, con disposiciones claras para que la misma no se convierta en un “garrote político” como temen algunos, entre otros varios asuntos de urgente necesidad, como la implementación de normas efectivas para el control de la gestión pública.
¿Quiénes lo harán? La respuesta a esta pregunta es tan incierta como la que nos plantea la famosa fábula El cascabel y el gato, por lo que debe apelarse al patriotismo y sentido de responsabilidad de la clase gobernante, de los gremios y colectivos para lograrlo.
Advirtiendo que la situación ya no amerita solamente la redacción de nuevas disposiciones legales ni de fórmulas matemáticas, sin que se estudien rigurosamente todos los componentes del proceso. O, ¿acaso mejoró el país con cada gesta liberadora o con cada nueva constitución promulgada?, ¿desde 1870 en adelante? ¡Nunca!
Por lo que el problema no es nuevo ni ahora es solamente paraguayo, pues el fenómeno ha alcanzado niveles continentales. Si nos atuviéramos solamente a lo registrado en América Latina en las últimas décadas puede notarse que países con tradiciones democráticas y mejores niveles de educación que el nuestro, registran síntomas de inestabilidad como consecuencia de los errores y mala fe de la clase político-partidaria en la interpretación y práctica de los valores democráticos. Tanto como la falta de normas y educación necesarias para la convivencia.
Sin poder abarcar todos los detalles del fenómeno, podrían aportarse ejemplos recientes y claros:
* En el Brasil, Jair Bolsonaro (2019/2022) enfrenta a la Justicia acusado de intentar un golpe contra “el Estado democrático de derecho”. En el mismo país y tras su primer mandato (2003/2007), el actual mandatario Luiz Inácio Lula da Silva pasó 580 días en la cárcel, debido a una condena por corrupción.
* En Colombia, el ex presidente Álvaro Uribe fue declarado culpable por fraude procesal, constituyéndose en el primer ex mandatario condenado tras su gobierno entre 2002 y 2010.
* Cristina Fernández de Kirchner, ex presidenta de Argentina (2007/2015), se encuentra con prisión domiciliaria debido a acusaciones de corrupción; además de estar inhabilitada para ocupar cargos públicos por el resto de su vida.
* Evo Morales, de Bolivia, gobernó su país durante casi 14 años (2006/2019). Acusado de diversos delitos cometidos durante su mandato, se encuentra actualmente prófugo con una orden de búsqueda internacional.
* En Perú se ha llegado a crear un centro de detención especial destinado a ex presidentes, en el que actualmente están recluidos cuatro de ellos, mientras un quinto se halla con arresto domiciliario.
Teniendo en cuenta que en nuestro país, ninguna autoridad de importancia ha sido condenada por absolutamente nada… ¿significa que estamos lejos de las situaciones que afectaron a los mencionados? O, ¿estamos tan perdidamente mal, que ni siquiera nos atrevemos a hacer lo que debe hacerse para evitar el “rumbo de colisión” que llevamos?
¿Haría falta enumerar los fracasos acumulados hasta el presente? ¿O seguiremos recitando logros estadísticos que fueron más consecuencia del incremento poblacional, del crecimiento de la deuda pública o de la repartija de contratos con el Estado para que algunos estén mejor?
En cuanto a las reformas reclamadas será necesario trascender por fuera de los estamentos partidarios. Abandonar el increíble concepto que concibe solo a la clase partidaria, el venero de experiencias, de capacidad o de inteligencia para dirimir cualquier cosa, resolver de todo sin atención a ninguna otra opinión que la sustentada en las alturas del poder.
Porque aunque la Constitución consagra la igualdad de todos los paraguayos ante la ley, resulta que desde el Gobierno o en el estamento partidario se asume que “algunos son más iguales que otros”.
Y mientras una sociedad se apaga por no tener afinidad o alguna forma de adherencia a los cárteles partidarios, la todavía renuente actitud de algunos para reconocer los males, obliga a la enfática expresión del inicio. Como también debería obligar a considerar posibles remedios.
Seriamente y con urgencia.