19 abr. 2024

Rarezas de campaña

Modelo. Máquina de votación que se utilizará en elecciones.

Modelo. Máquina de votación que se utilizará en elecciones.

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En una semana asistiremos a la más extraña de todas las elecciones internas municipales que hayamos conocido. El entusiasmo popular será ínfimo, como corresponde a esta época de luto, miedo y rabia en la que nos toca vivir. La participación —que ya venía disminuyendo— se hundirá por la pandemia a niveles deprimentes.

El Covid-19 será usado como excusa para disimular el hastío de la gente ante el más prostituido de nuestros territorios políticos: el de las intendencias y juntas municipales. Pensar que hace treinta años creíamos que el poder local sería el sustento fundamental de la democracia participativa. Hoy es un maloliente mercado de corrupción.

La campaña proselitista, tal como lo era, desapareció. Pocas murallas pintadas, escasos pasacalles y ausencia de mítines y recorridas callejeras. Los pocos que lo intentaron fueron escrachados por aglomerarse, cuando no fueron expulsados a escobazos por vecinos impacientes ante la llegada de los mentirosos de siempre.

Se esfumaron también las ideas elaboradas de planes de gobierno. Los candidatos descubrieron que, dado que la gente no les cree nada, no vale la pena esforzarse por presentar propuestas. Con unas cuantas frases hechas, se logra el mismo resultado.

Aparte de carecer de programas, los intendentables fueron abandonados por sus candidatos a concejales. Antes, estos confiaban en que los votos que recibiría su lista alcanzarían para “meter” un buen número de ediles. Así, la consigna solía ser: “Vote lista tal de punta a punta”. Otros, por lo general outsiders, esperaban que su popularidad atrajera el “voto cruzado”.

El desbloqueo de listas acabó con esa modalidad; ahora es cada uno para sí. La carita que aparece en los carteles se ilusiona con que el elector recordará el número de su lista y su ubicación en ella. El resto —el partido, el movimiento y el programa— importa muy poco. En una semana más sabremos si el ansiado voto preferencial ha servido o no para mejorar la calidad de nuestra representación popular.

La política abandonó la calle, su antiguo ámbito natural, y se trasladó a las redes sociales. Allí rige la ley de la jungla, aunque también hay reglas comunicacionales que cumplir. La exuberante muestra de recursos publicitarios ridículos y vulgares que vemos demuestra que no todos los políticos se enteraron de eso.

Candidatos bailando o en actitudes risibles en TikTok, traseros al aire mostrando el número de lista, desnudos femeninos como fondo de audios denigrantes son el paisaje común que muestran en las redes las campañas municipales paraguayas. Más que en otras elecciones, hay una violencia política deplorable que viola derechos humanos de mujeres y niños.

Es la expresión natural de una elección en la que proliferan personajes que parecen extraídos de los bajos fondos de la delincuencia y no de los partidos políticos. En Encarnación, un candidato a concejal fue apresado por formar parte de una trama de pornografía infantil. Hay por lo menos una decena de postulantes denunciados o imputados por violencia contra su pareja o por acoso sexual. Solo uno de ellos —cabeza de lista de concejales en Minga Guazú— fue obligado a renunciar. Son centenares los candidatos con procesos judiciales a cuestas por los más diversos motivos.

Ulises Quintana es candidato a intendente en Ciudad del Este, pese a ser señalado por los Estados Unidos como “significativamente corrupto”. Diego René Dávalos, alias Fanta, condenado a cinco años de cárcel por narcotráfico, se presenta como candidato a concejal en Presidente Franco. El partido al que pertenecen no abre la boca. A propósito, esa es otra rareza de esta campaña. La sigla ANR ha desaparecido de la propaganda de prácticamente todos los candidatos colorados. Parece que hay un hashtag que ha prendido.

Es una campaña cuyos aspectos singulares no bastarán para hacerla digna de orgulloso recuerdo. Es lo que hay en estos tiempos de pandemia.

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