Si hoy los salarios públicos ya duplican el término medio del sector privado que debe luchar a brazo partido en un precariato que consume todas sus energías y hace que su salud mental se deteriore, el sector privilegiado ha redoblado su apuesta. No contento con ingresar de la mano de sus padrinos políticos o de sus familiares a un generoso Estado, que puede llegar a pagar 16 millones a un innecesario y molestoso ascensorista en el Congreso, reciben beneficios por presentarse a trabajar a cambio de dinero y mayor cantidad de días de vacaciones. Los de la ANDE no pagan la tarifa completa de su consumo eléctrico y pueden dejar en herencia sus jubilaciones. Los de las demás empresas públicas no se quedan atrás. Así cupos de combustible, bolsas de cemento, consumo de agua o de teléfono se suman a los “derechos conquistados” de los 30 días de vacaciones apenas hayan sido confirmados. La mera propuesta de reorganización del Estado presentada por “patria querida” esta semana ya levantó en armas a los sindicatos del sector público en lo que parece ser junto con el borrador de reforma tributaria el camino hacia la tormenta perfecta. El pire vai (enojo) ciudadano puede subir de punto y si no hay racionalidad ante esta situación podemos terminar como la Venezuela de Hugo Chávez en el peor de los escenarios o en el intermedio del México de López Obrador.
La jubilación de los médicos del Ministerio de Salud a los 55 años frente a la de sus colegas del IPS a los 62 o de aquellos de Clínicas a similar edad es solo una síntesis del desastre que existe al interior de esta organización llamada Estado, que será el epicentro de todos los conflictos a muy cercano plazo.
El país no aguanta más los privilegios de un sector que ni es idóneo y menos sirve a los intereses de sus mandantes. Se ha constituido en una casta privilegiada al punto de apurar en el Itaipú del lado brasileño una serie de cambios alineados a los intereses de la gente.
Aquí no acusaron recibo aún. No pueden los brahmanes de las binacionales con suculentos salarios tener sobresueldos para comida, transporte y ayuda para el pago de su energía eléctrica. Les están tocando las orejas al Pueblo y este terminará por reaccionar a muy corto plazo; y en ese momento, no valdrán los lamentos ni los “derechos conquistados” claramente injustos e insolentes. Cuando esto acontezca lamentarán no cobrar más que una porción jubilatoria o ver a médicos o maestros trabajando en labores que con anterioridad solo las realizaban aquellos que padecían sus privilegios, desplantes e incompetencia.
Recuerden, la toma del poder en democracia o por un gobierno fascista o autoritario será sobre la base del recorte de los privilegios del sector público. Es importante que acusen recibo y cambien este régimen antes de que sea demasiado tarde y terminen por fundir la democracia.