La Navidad es símbolo de esperanza y unidad, y en tiempos difíciles, la población necesita sentirse acompañada por quienes deciden los destinos del país. Sobran ejemplos, lamentablemente, de hechos que exponen las arbitrariedades e injusticias que soporta la ciudadanía. Precisamente por eso, en el día de Navidad es oportuno instar a un mayor compromiso de la clase política, a que muestren empatía con las necesidades de la gente, que trabajen por la igualdad y se comprometan a trabajar por el bien común.
Si bien es cierto que es muy necesario tomarnos un tiempo para la reflexión, y para disfrutar en familia y vivir este momento con optimismo y esperanza, no podemos ignorar la realidad que se vive alrededor nuestro, en las calles, los barrios y las ciudades del país.
Hace apenas dos años estábamos padeciendo la crisis de la pandemia del Covid-19. Recordemos la grave situación que atravesamos, con hospitales colapsados de pacientes hasta en los pasillos, aguardando una cama en terapia intensiva. Faltaban medicamentos en los hospitales públicos, mientras que la población angustiada lograba sobrevivir con las ollas populares, rifas y polladas.
A nivel del Estado, poco hemos mejorado desde entonces. Los hospitales públicos siguen en crisis, quizá no en la misma proporción, pero a diario los medios de comunicación y las redes sociales nos traen informes de medicamentos faltantes o alguna manifestación de pacientes con cáncer que reclaman por sus tratamientos interrumpidos o medicamentos para sobrellevar la enfermedad.
Afortunadamente, la generosidad y solidaridad no se agotan. Por eso, la ciudadanía sigue resolviendo las innumerables carencias de la salud pública y del IPS, con rifas y polladas. Pero es frágil nuestra memoria, y hemos olvidado a aquellas autoridades y funcionarios que en plena pandemia intentaron sacar provecho de la situación, dejando a miles de compatriotas sin los recursos para enfrentar la pandemia.
Otra parte de nuestra realidad que sigue en crisis es la Justicia. Recientemente se informó de que Óscar Venancio Ñoño Núñez, hermano del senador colorado cartista Basilio Bachi Núñez, obtuvo arresto domiciliario tras cumplir solo un año de prisión, de los 11 a los que fue condenado por lesión de confianza, administración en provecho propio, producción y uso de documentos no auténticos. Durante su gestión como gobernador de Presidente Hayes había desviado fondos destinados a sectores vulnerables como escolares, indígenas y campesinos.
Mientras el hermano del presidente del Congreso Nacional puede disfrutar de la Navidad con su familia y amigos, decenas de miles de reclusos en las cárceles del país sobreviven en condiciones de hacinamiento. El 63% de la población penitenciaria del Paraguay no tiene condena; 11.172 personas privadas de libertad se encuentran a la espera de un juicio y de un total de población de 17.712, solo 5.597 cumplen condenas.
La ciudadanía merece más respeto de parte de sus autoridades y funcionarios. Es inconcebible que, en el mismo país donde faltan medicamentos y los servicios públicos son muy deficientes, diputados y senadores se autoaumenten el salario, aumento que recibirán en medio de sus casi tres meses de vacaciones pagadas por los contribuyentes.
Pero, en el preciso momento en que parecemos sucumbir ante las adversidades, se vuelve a encender una luz de esperanza, entonces los paraguayos y paraguayas recordamos la tradicional frase que nos recuerda que la esperanza no perece, “Esperanza nahavêiva”. Que el nacimiento del Niño en el humilde pesebre en Belén nos ayude a tomar conciencia y a no desistir de la construcción de una sociedad donde imperen el respeto a la dignidad de todas las personas, la justicia y el bien común.