La semana finalizó con el rotundo triunfo de la Corte Suprema de Justicia que logró imponer sus tesis de inamovilidad en el Consejo de la Magistratura.
La sesión fue transmitida en vivo y en directo con hinchada judicial incluida. Hubo sorpresas, entre ellas el voto del oviedista Gustavo Mussi quien se alineó al Senado contrariando la postura de Diputados que apoyaban a la Corte.
La representante del Poder Ejecutivo, Estela Kobs, fue el blooper de la jornada por su abstención. Sin dudas, el presidente Fernando Lugo decidió capear el temporal siendo más obispo que nunca: con Dios y con el Diablo al mismo tiempo. Mejor no tener tirria con esta Corte porque luego del 2013 pueden venir denuncias de corrupción o si quiere ser candidato a senador hay pleito judicial de por medio.
Luego de esta definición tipo partido de fútbol hubo acontecimientos tragicómicos que revelan el lado más oscuro de los personajes que determinan nuestras vidas desde el cargo que ostentan.
CÁLAMI I. La Corte había ganado la batalla. Aunque con el sabor amargo que dejó en todos. Más allá del debate jurídico sobre la inamovilidad o no, aparte de la corporación jurídica (abogados, fiscales, jueces y los funcionarios judiciales arreados), casi nadie cree en honestidad, ética ni el sentido de justicia de la Corte Suprema.
Nadie más que los ministros estaban interesados en dar la vuelta la polémica página porque cuanto más debate, más se debilitan ante la sociedad. Por eso el único vocero era el ministro Víctor Núñez, con gimnasia en las lides políticas.
Pero el ministro Sindulfo Blanco (PLRA) se salió del libreto. Su confesión volvió a mover los cimientos del Poder Judicial y poner nuevamente en la mira la ya deteriorada imagen de sus miembros.
“Quiero dejar en claro lo siguiente a la ciudadanía: Yo mentí, confieso que mentí, pero fue una mentira de salvación porque yo sabía que eso era ilegal. Si yo digo cinco años y la Constitución dice que es ilegal, yo tengo que aceptar y mentí..”, dijo a radio Cardinal en una sorpresiva confesión.
Intentando arreglar el desatino, concedió una entrevista al diario ABC. Le fue peor. Allí confesó que anda enfermo. “Mi cabeza no anda muy bien”, remató admitiendo que tuvo un “lapsus cálami”.
Los otros ministros que se declararon inamovibles mintieron también en la audiencia pública en el Senado donde rechazaron la inamovilidad. Luego se autodeclararon inamovibles. A diferencia de Blanco, saben que nadie está obligado a declarar contra sí mismo.
Otra declaración hipócrita es cuando los ministros acusan a los políticos de buscar una Corte a medida. Lo dijo Víctor Núñez, quizá el más colorado de los colorados de la Corte. El es un cupo político, sino no estaría allí.
La Corte declarada inamovible fue la que le dio a Nicanor Duarte Frutos el paraguas legal para ser presidente de la ANR provocando una crisis institucional. Esa misma Corte es la que le dio a Nicanor el permiso legal para ser senador activo provocando una crisis institucional. Esta Corte surgió de las entrañas de los partidos. Otra cosa es que se hayan rebelado contra sus amos.
Aún está por verse si su inamovilidad redundará en justicia.
CÁLAMI II. El jueves el Senado aprobó una ampliación presupuestaria de 50 millones de dólares a la Justicia Electoral, que necesita renovar operadores políticos, atuendos, viáticos, muebles y “activos intangibles”. El TSJE encontró en el voto migrante una nueva veta para despilfarrar dinero.
El presidente Lugo solicitó al Senado que rechace el proyecto, pero se “olvidó" de pasarle el dato a su entrañable amigo Sixto Pereira, a su amigo dominguero Alberto Grillón y al fantasmal filizzolista Samuel Ramírez que entusiastas votaron por los fondos para contratar operadores.
¿Se animará Lugo a vetar la ley en plena etapa electoral en la que se necesita dar un sueldo a los correligionarios y camaradas?
CÁLAMI III. El destape del negociado de tierras por parte del Indert manejado por la izquierda es cada vez más escandaloso. El “camarada” Marciano Barreto puso especial interés en otorgar tierras a “campesinos” como Antebi y otros burgueses apellidos, o a los hijos del exdiputado colorado Raúl Sánchez. El caso Antebi reveló una arista que puede configurar tráfico de influencias del senador Alberto Grillón, cuyo hermano José Carlos anda contando a sus amigos millonarios sobre ofertas de tierras en el Chaco.
Estos hechos son apenas la punta del iceberg de la corrupción, incoherencia política y tramas perversas que se tejen en el poder para beneficio de unos pocos.
Y que esta práctica es transversal a todos los partidos más allá de la ideología que tengan.