25 abr. 2024

¿Por qué los paraguayos leen poco?

Escritores y sociólogos sostienen que el pobre hábito de lectura en el país se debe a la falta de fomento, de ejemplos y de bibliotecas públicas, así como fallas del sistema educativo, al mal uso de la tecnología y a las secuelas del stronismo.

Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), 8 de cada 10 hogares de Paraguay no cuentan con libros, y 6 de cada 10 niñas, niños y adolescentes no pueden acceder a la educación en el país. Además, de acuerdo con el informe PISA de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCD), 7 de cada 10 alumnos paraguayos no comprenden lo que leen.

Preocupados por ese contexto y a propósito del Día del Libro Paraguayo, que se celebró el 25 de junio, la librería El Lector, lanzó una campaña que hace hincapié en el tema, reflejando la ausencia de libros y la falta de lectura en la población.

“De América Latina, Paraguay es uno de los países que menos invierten en educación y uno de los que poseen el más bajo índice de lectura”, explica Pablo Burián, director general de El Lector.

LAS CAUSAS. Para el sociólogo Carlos Martini, en Paraguay jamás existió una campaña sistemática de fomento de la lectura. “El régimen de Stroessner se preocupó y se ocupó de reprimir todo pensamiento crítico. Se encargó de perseguir libros. Y la transición fracasó en una política del libro. No hay que olvidar que después de más de 25 años de reforma educativa, 7 de cada 10 estudiantes no entienden lo que leen. El sueldo mínimo alcanza para solo la mitad de la canasta de alimentos. Los libros así son prescindibles”, sostiene Martini.

Según el comunicador, son cuatro los ejes para fomentar la lectura. “En primer lugar, fortalecer las bibliotecas públicas y escolares, con acceso a internet; segundo, vincular el universo audiovisual, el de las redes sociales y los teléfonos inteligentes en la promoción de la lectura. En tercer lugar, auspiciar a nivel nacional academias literarias en escuelas y colegios, concursos de ensayo, narrativa, poesía y de investigaciones. Y, por último, promocionar publicaciones de obras de niños y adolescentes”, explica Martini.

Por su parte, la socióloga Milda Rivarola coincide con los sicopedagogos en la necesidad de una estimulación precoz. “Hasta los 4 o 5 años, los niños deben lograr asociar conocimiento con placer. Que la lectura o los juegos didácticos les provoquen satisfacción, alegría. Esa experiencia inicial es determinante en la creación del hábito posterior”, aduce.

EJEMPLOS. José Eduardo Alcázar, Premio Municipal de Literatura 2018, sostiene que leer es un acto de osadía, un hábito, una manía y un vicio. “Busco razones remotas para mis lecturas de hoy. El ejemplo es una razón que surge en el pasado. Leo, porque veía que todos leían. Hay que ser osado para leer. Porque leer es informarse, es buscar camino propio, a veces solitario, es buscar ser libre”, expresa.

Los paraguayos no leen porque no tienen ejemplos de lectores, recalca. “No veo leer a políticos, a ministros, a empresarios, a estudiantes. No hay ejemplos de lectura entre nosotros y una parte del comportamiento tiene que ver con el ejemplo. Leer es muchas veces sinónimo de pérdida de tiempo, de haraganería funcional”, señala preocupado.

PLAGA. La escritora Susana Gertopán quiere evitar caer en comparaciones, pero para ella, lamentablemente la lectura y el ausentismo del hábito tanto en niños, jóvenes como adultos, no es un tema que concierna solo a nuestro medio.

Aun con excelentes sistemas educativos, incentivos de la lectura, métodos de capacitación permanente para los maestros y buena cantidad de bibliotecas públicas, se antepone –según Gertopán–, una “enfermedad” a la que llaman “la plaga de las pantallas”.

“Pantallas de celulares, de computadoras, de televisores, en que los entretenimientos se volvieron virales. Este nuevo virus está acabando con la lectura. Me da tanta pena ver a los padres dando a sus hijos pequeños uno de estos artefactos como sustituto de un libro de cuentos”, refiere.

La autora del libro Todo pasó en setiembre agrega que se está dejando a un lado al humanismo, en un total abandono al pensamiento, a la imaginación y a la fantasía. “¿Se trata de la evolución? ¿Del mal uso de los adelantos tecnológicos? ¿De sociedades en total descuido? ¿De comunidades en decadencia? No creo que sea una epidemia la del leer poco, que ataña solo al Paraguay. Tampoco tengo la solución, pero sí lamento que en nuestro país, no tengamos suficientes bibliotecas y no se analice y se trate como se debe el tema de la falta de lectura”, finaliza.

Con el fin de crear conciencia, la librería El Lector abrió su local de la Plaza Uruguaya con apenas el 0,25% de libros, para representar a la población que lee. Para incentivar el placer por la lectura, en alianza con el MEC, se formarán academias literarias.

Opiniones
“Que vean la lectura como algo habitual”
“La falta de lectura está relacionada con muchos factores. Uno es que en el hogar existan aunque sea pequeñas bibliotecas, que los niños vean la lectura como algo habitual y placentero. Quizá lean poco porque en sus hogares, colegios y facultades se lee poco. Las bibliotecas públicas son escasas y la buena literatura llega tarde, o no llega. Hay fallas en el sistema educativo y hoy se está recomendando como literatura, libros de autoayuda de Paulo Coelho. Nada de Carpentier, de Borges, de realismo fantástico. Es increíble”, expresa Milda Rivarola.

“Quien lee ya no puede ser indiferente”
“Tengo el privilegio de que en mi casa, mis padres, mis abuelos, mis tíos y la mayoría de nuestros amigos eran lectores. Mis hermanos y yo adquirimos el hábito que se inició con las historietas y luego libros. Una de las causas de los bajos niveles de lectura es el temor que infundió la dictadura a pensar con libertad. Los gobiernos democráticos no supieron dar la importancia necesaria a la lectura. Seguimos sin tener bibliotecas públicas de calidad, salvo excepciones. Quien lee ya no puede ser indiferente”, sostiene Fernando Pistilli.