El pasado 13 de junio, Israel decidió lanzar una ofensiva contra Irán para evitar el avance de su programa nuclear, que acumuló un stock de uranio enriquecido al 60%, cuyo paradero sigue siendo desconocido.
Las tensiones aumentaron cuando Estados Unidos bombardeó la fortaleza subterránea de Fordo, la principal planta de enriquecimiento de uranio de Irán, en un ataque que se completó con el lanzamiento de hasta 30 misiles Tomahawk desde submarinos contra Natanz e Isfahán.
El presidente estadounidense, Donald Trump, informó en la red Truth Social que se completó “con gran éxito nuestro ataque contra las tres instalaciones nucleares de Irán”, dejando al mundo expectante ante el avance de la escalada y las represalias que podría asumir Irán.
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Pero Trump anunció en la víspera que ambos países de Medio Oriente acordaron un alto al fuego y la tensión comenzó a disminuir.
Horas más tarde de su entrada en vigor, el presidente de Irán, Masoud Pezeshkian, afirmó en un comunicado: “Estamos presenciando un alto el fuego y el fin de la guerra de 12 días que fue impuesta al pueblo iraní a través de la agresión imprudente y el belicismo del régimen sionista”.
¿El enriquecimiento nuclear de Irán fue una excusa?
La guerra de los 12 días es el último capítulo de la enemistad entre Irán e Israel, cuyas relaciones conflictivas tienen origen en 1979, cuando la Revolución Islámica de los ayatolás conquistó el poder en Teherán.
Irán fue el segundo país islámico es reconocer la creación del Estado de Israel en 1948.
En una publicación que explica el origen de la rivalidad entre ambos países, la BBC describe que en ese entonces, Irán era una monarquía reinada por los shas de la dinastía Pahlaví y uno de los principales aliados de Estados Unidos en Medio Oriente.
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Irán e Israel compartían una relación de amistad hasta que, en 1979, la Revolución de Ruhollah Jomeini derrocó al sha e impuso una república islámica que defendía a los oprimidos y que rechazaba el imperialismo de Estados Unidos.
Así, el nuevo régimen de los ayatolás rompió las relaciones con Israel y, en consecuencia, dejó de reconocer la validez del pasaporte de sus ciudadanos y se apoderó de la embajada israelí en Teherán para cedérsela a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que en esa época lideraba la lucha por un Estado palestino.
Como el nuevo Irán buscaba proyectarse como una potencia panislámica y enarboló la causa palestina frente a Israel, Joemini comenzó a reivindicar la causa como propia y las manifestaciones propalestinas se volvieron habituales en Teherán.
En la década de los 90, Israel comenzó las hostilidades hacia Irán porque lo veía como una mayor amenaza regional que el Irak de Sadam Hussein.
Poco después, Israel vio a Irán como una de las principales amenazas para su existencia y la rivalidad se convirtió en ataques.
Fuente: Redacción ÚH, AFP y EFE.