En la cinta, dirigida por Benjamín Renner, una familia de patos vive una vida tranquila y, sobre todo, segura en un hermoso estanque en Nueva Inglaterra. Mack, un padre sobreprotector, se asegura de que su hijo Dax y su hija Gwen respeten las innumerables reglas que los mantienen a salvo, todo el tiempo, hasta que llega una bandada de patos e invitan a la familia a unírseles para migrar al calor del sur.
Aunque Mack rechaza rotundamente la oferta, su pareja, Pam, se une a Dax y Gwen para convencerlo, mientras su tío Dan termina de animarlo, dando inicio a una serie de aventuras que les llevan a explorar el mundo y a profundizar los lazos que los unen, mientras los persigue un chef obsesionado con servirlos a la naranja en la mesa de su restaurante.
Algunas de las cintas previas de Illumination tienden a centrarse en una seguidilla de escenas divertidas, pero no muy sólidamente conectadas entre ellas. ¡Patos!, rompe este molde, centrándose en una historia sólidamente cohesionada.
El guion, creado por Mike White, regala a los protagonistas de la historia arcos de crecimiento personal, sólidos y connmovedores, donde Mack va aprendiendo a enfrentar sus miedos; Pam, a confiar en su pareja, y Dax, a ganarse su lugar y el respeto de sus padres.
Las historias de viaje son, por lo general, tan divertidas como los errores en el camino y los riesgos imprevistos que van emergiendo, y ¡Patos!, presenta todo un bufé bien construido de ellos.
La película, una historia de Mike White y Benjamín Renner, luce una serie de diversos escenarios hermosamente diseñados, que abarcan desde el estanque familiar hasta playas caribeñas, pasando por el laberinto de acero y vidrio que es Nueva York.
La animación es hermosa, llamativa y variada, la actuación de voces es robusta, y la banda sonora sabe resaltar los matices de las emociones predominantes de cada escena.