El pasado jueves las palabras “Menos crucifijos y más trabajo fijo” consolidaron el lema bajo el cual miles de laicos se manifestaron en la capital española en rechazo a la financiación pública y el apoyo institucional a la visita del papa Benedicto XVI.
La vuelta del Papa por Madrid -según reportes- costó alrededor de US$ 70 millones a un país que pasa su peor crisis económica en décadas. La respuesta de los organizadores fue que la idea era cubrir los costos con el registro de los peregrinos, haciendo hincapié en el “movimiento turístico” que el Papa genera.
“Estas marchas son marginales en el cuadro general de los acontecimientos de estos días, hay que verlas así sin enfatizarlas”, palabras a las que se limitó Federico Lombardi, vocero del Vaticano, sobre la situación poco pacífica que dejó un saldo de 11 heridos y 8 detenidos.
Montesquieu decía: “Las personas que tienen poco que hacer son por lo común muy habladoras: cuanto más se piensa y obra, menos se habla”, creo que dicha reflexión aplica un poco a la incoherencia de los actos de la Iglesia Católica al realizar una “ostentosa visita” a un país que grita crisis. Respeto las creencias ajenas y celebro la fe en todas sus expresiones, sea fe por el arte o tener fe en que el Kelito me dé una alegría más el fin de semana. Lo que no me cuadra es la actitud “Haz lo que digo y no lo que hago”, que sintetiza mejor este cuestionado “paseo del Vaticano” por tierras de Sabina.
Si bien muchos ya elevaron sus comentarios a favor y en contra, mi punto de vista no aspira a seguir metiendo el dedo en la llaga, sino a reflexionar sobre el poder social que la globalización ha entregado a los seres humanos que habitamos esta canica azul (a mi abuelo le gusta cuando la llamo así).
Celebro que la apatía ha sido sustituida por la pasión y la acción humanas. Espero que sigan surgiendo opiniones divididas (siempre dentro del marco de respeto al prójimo) y que dichas posturas opuestas generen debate pro civilización, pro VIDA, para ser más claro. Que la mezcla del blanco y el negro de opiniones no solo genere la incertidumbre de un gris, sino miles de colores de libertad de expresión.